La gracia de
Dios es suficiente
“Pero gran
ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a
este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y
abrigo, estemos contentos con esto” 1 Timoteo 6:6-8
“Porque todo
lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa,
y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1
Juan 2:16-17
Muchos
sienten que para estar felices, completos o satisfechos en la vida les faltaría
alcanzar algo más, tal vez una tele nueva, un carro, una casa más grande,
viajar, conocer el mundo, hablar muchos idiomas, leer muchos libros, cambiar de
profesión, conseguir un nuevo trabajo, lograr esa especialización, o tener una
empresa propia. De otra forma hay quienes no estén satisfechos con ellos mismos
y querrán tener un mejor cuerpo, una mejor sonrisa, una nariz respingada, unos
músculos marcados o unos ojos claros. Otros menos afortunados pensarán que para
ser felices solo les faltaría tener para cenar esta noche, salir del hospital,
de la prisión, recuperar sus hijos, su matrimonio, etc. Parece ser que en estos
tiempos nada nos satisface, siempre queremos más.
Como
cristianos a veces ignoramos que la única cosa verdaderamente importante y
trascendente en la vida de los seres humanos ya la tenemos y se llama en
términos teológicos “la gracia de Dios”, la gracia es la forma mediante la cual
Dios nos redime y renueva, salvando a los pecadores y restaurando la creación a
través de la obra de Cristo y por el poder del Espíritu. La gracia de Dios nos
salva del pecado y la muerte eterna y nos pone en una correcta relación con
Dios. Es gratuita e inmerecida y nos asegura todas las bendiciones espirituales
en Cristo Jesús.
No
menospreciemos el regalo de la gracia de Dios, seamos agradecidos sabiendo que
su gracia es más que suficiente para vivir en esta tierra. La mejor manera de
ser agradecidos es vivir en la voluntad de nuestro Dios aceptando primeramente
el regalo de su amor mediante la fe en Jesucristo y permaneciendo en su
palabra, porque todo pasará, pero su voluntad y su gracia permanecerán para
siempre. Oración.
«Padre de la
gloria permíteme vivir en tu voluntad, disfrutando cada minuto de tu gracia.
Quiero vivir en el contentamiento de saber que contigo no me hace falta nada.
Amén.
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