Ve y Salva a
tu casa. Parte 2
“Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos
los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”, Hechos 16:32-34.
Este
carcelero, probablemente había escuchado acerca de la salvación, cuando Pablo y
Silas fueron llevados a la cárcel, pero no había recibido este regalo
inmerecido y grandioso. Ante las circunstancias ocurridas, experimentó el poder
de Dios pero también su gran amor a través de Pablo que no permitió que se
hiciera daño. Entonces fue llevado, por este amor, a hacer la pregunta más
importante que existe: ¿qué debo hacer para ser salvo?
¿Acaso al
nosotros aceptar a Cristo, nuestra familia es automáticamente también salvada?
Lastimosamente no, quisiéramos que fuera así de fácil, pero Dios nos da una
promesa, la cual podemos tomar por medio de la fe para hacer lo que hizo Pablo:
“Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa”
(Hechos 16:32). Dios que es generoso, no solo anuncia la salvación de este
hombre sino también la de su familia.
Sí, fueron
salvos los familiares del carcelero cuando Pablo y Silas hablaron la Palabra
del Señor a él y a todos los que estaban en su casa, probablemente también
algunos servidores; ocurrió entonces conforme dice la escritura, “En él también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa” (Efesios 1:13).
Y también
nuestra familia es salvada si les predicamos el evangelio de salvación, si les
anunciamos la buena noticia del perdón de pecados en Cristo Jesús, y si ellos
al oír, creen en Cristo para luego ser sellados con el Espíritu Santo, como una
vez nos pasó a nosotros.
Podemos
encontrar un detalle, el carcelero no fue en ese momento quien anunció el
evangelio, pero llevó a su casa a Pablo y Silas para que hablaran el mensaje a
todos.
Muchas veces
no somos nosotros directamente, pero podemos llevar a nuestra casa a un hermano
en la fe que cuente a nuestra familia acerca de la salvación, sin embargo,
siempre será nuestra responsabilidad, pues simplemente será contar a nuestra
familia lo que Cristo hizo en nuestro corazón, y mostrar por su Espíritu, con
acciones, el amor que ahora está derramado en nosotros. Oración.
«Padre, dame
toda gracia con mi familia para anunciarles la verdad del evangelio con todo
amor, demostrando primeramente el cambio que has hecho en mí por medio de la fe
en Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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