Una vida por
una vida
“Porque
Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que
alguno osará morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en
que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:6-8.
“En esto
hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos” 1 Juan 3:16.
Probablemente
alguien podría dar la vida por algún familiar o ser querido; una madre es un
ejemplo de alguien que daría la vida por sus hijos; pero, ¿hemos pensado en la
muerte espiritual? La muerte espiritual es la separación eterna con Dios por
causa del pecado; todos nacemos en esta condición (Romanos 3:23) y la palabra
de Dios explica qué fue lo que sucedió: “Por tanto, como el pecado entró en el
mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12). Heredamos el pecado de Adán
y como consecuencia la muerte, no solo la física, la del cuerpo, sino también
la muerte espiritual.
Entonces
“éramos por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3) y aquí es donde interviene
nuestro Señor y salvador Jesucristo, Él se hace hombre para venir en nuestra
misma condición, pero sin pecado, y da su vida por una vida, es decir, su vida
por nuestra vida, cargando sobre sí en el madero nuestros pecados. Él mismo lo
anticipó así: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28) y así lo
cumplió; pero Dios lo resucitó de los muertos para que el pecado fuese
condenado en su carne y, habiendo hecho justicia, Dios pudiera darnos la
justicia de Cristo a nosotros. El justo por los injustos como dice 1 Pedro
3:18; un intercambio o sustitución favorable para nosotros. Esta justicia es
confirmada con la resurrección como dice Romanos: “el cual fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos
4:25), ahora somos la justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21).
Esto se hace
realidad en nuestra vida si hemos recibido a Cristo en nuestro corazón por
medio de la fe: “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto
a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.” (Romanos
8:10). Hemos pasado de muerte a vida, vida eterna en Cristo Jesús, ¡ya no
pasamos a condenación, a estar separados de Dios!
Hermano, si
Él dio su vida por tu vida, en agradecimiento puedes disponer esta vida
abundante que recibiste, compartiendo con toda diligencia a otros este mensaje
de salvación. Puedes iniciar, por ejemplo, compartiendo este devocional. Oración.
«Gracias
Padre porque cuando estaba muerto en mis delitos y pecados me diste vida
juntamente con Cristo y por gracia soy salvo mediante la fe; qué hermoso y
maravilloso don que ahora anhelo compartir con otros. En el nombre de Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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