Aquel día, en aquella hora
“Y desde la
hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de
la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani?
Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (…) Mas Jesús,
habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.” Mateo 27:45-46,50
“Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y
después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de
los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo;
después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me
apareció a mí.” 1 Corintios 15:3-8
En aquel
día, en aquella hora, todo cambió.
En aquel
día, en aquella hora fui liberado de la esclavitud del pecado y Satanás, pues
morí juntamente con Cristo; y si creo verdaderamente que morí con Él, he sido
justificado del pecado.
Cuando Él
entregó su espíritu, cuando dijo “consumado es”, que significa “pagado es”, se
saldó mi deuda y ya no iré a condenación, sino que he heredado la vida eterna,
porque así como Cristo murió también resucitó y la muerte no se enseñorea más
de Él, “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en
cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:10-11).
Así es
hermanos, cada uno está llamado a tomar de manera personal este mensaje de
salvación anunciado en el evangelio e identificarse con él, afirmando y
creyendo con toda certeza que: así como Cristo murió yo morí y de la misma
manera que Él resucitó yo también resucité para nueva vida.
La escritura
es profunda pero llena de detalles que no debemos dejar pasar; cuando afirma
que “Así también vosotros consideraos (…)”, quiere decir que de la misma manera
que sucedió con Cristo sucede con nosotros cuando creemos. Lo que pasó ese día
en aquella hora se hace cierto en nosotros por medio de la fe en Cristo.
Entonces, no
fue un día cualquiera, ni menos una hora al azar, fue el tiempo determinado por
Dios, en su amor, para salvarnos, ofreciendo a su propio Hijo. Y este hecho y
esta verdad están aún hoy disponibles para que todo aquel que crea no se pierda
más tenga vida eterna (Juan 3:16). Oración.
«Padre, si
en ese día y en esa hora bendita tú entregaste a Jesús, yo quiero hacer
realidad este hecho experimentando esta verdad en mi corazón, para que desde
ahora en adelante mi vida sea distinta, para servirte, agradarte y anunciar a
otros tu salvación, en el nombre de Jesús, amén Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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