La carrera
de la fe
“Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”,
Filipenses 3:13-14.
“¿No sabéis
que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se
lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha,
de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a
la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo
mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para
otros, yo mismo venga a ser eliminado”, 1 Corintios 9:24-27.
La vida
cristiana se debe vivir como una carrera, colocando toda diligencia para
obtener el premio. Aunque no debemos dudar que hemos obtenido por gracia toda
bendición y la salvación por medio de la fe en Cristo; estamos llamados a
correr con decisión, preparándonos y usando todos los recursos que Dios ha
dispuesto, para vencer y hacer su voluntad.
Un cristiano
debe tener la actitud de correr para ganar el premio, colocando todo esmero
tanto en su preparación como también para llegar de primero a la meta.
Un ejemplo
que nos permite entender la profundidad de esta meditación, es observar a
aquellos hermanos que llevan años leyendo la Palabra de Dios, pero que no han
querido madurar en la fe y asumir la responsabilidad de anunciar la buena
noticia de salvación, preparándose con empeño para dar razón de su fe y
prioridad a Cristo en sus vidas, dicen: “cuando me quede tiempo” o “si me queda
tiempo”; estas son las excusas perfectas de aquel que ha pedido bendiciones a
Dios y vive todo el tiempo en función de administrar la bendición y no de
cultivar la relación con el que la proveyó.
La
preparación inicia por ejemplo cuando oramos por el vecino, cuando tomamos
decisiones pequeñas pero contundentes de permitir que Dios moldee cada aspecto
de nuestro carácter, cuando compartimos un pan con alguien necesitado, pero sin
falta le hablamos del amor de Cristo y de la justicia que Dios efectuó en él
para darnos la salvación a nosotros. La preparación para la carrera de la fe,
continúa y madura cuando nos anclamos a nuestra iglesia y colaboramos
efectivamente en todos los asuntos, identificándonos con los planes y
necesidades de una iglesia simple. Simple no porque sea poca o pequeña sino
porque esencialmente y simplemente se dedica a amar, enseñar y servir.
Reflexionemos
cada uno de nosotros, de qué manera estamos corriendo la carrera de la fe, unos
ni siquiera han iniciado, otros están a mitad de camino, detenidos como si
tuvieran un desgarro espiritual y otros estamos corriendo como si de eso
dependiera nuestra vida misma. Oración.
«Señor
Jesús, renueva mi fuerza cada día, ayúdame por tu Santo Espíritu a despojarme
de todo peso y del pecado que asedia, corriendo con paciencia la carrera de la
fe que tengo por delante, para glorificar tu nombre, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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