El misterio de la iglesia
“A mí, que
soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de
anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de
Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido
desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme
sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los
principados y potestades en los lugares celestiales”, Efesios 3:8-10.
La iglesia
es uno de los grandes misterios revelados en el nuevo testamento, que comenzó
el día de pentecostés cuando fue derramado el Espíritu Santo sobre los
creyentes (Hechos 2:1-4). La cabeza de la iglesia es Cristo mismo como lo
explica la Escritura: “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia”,
(Colosenses 1: 18a).
Otro
misterio que estuvo oculto desde antes, pero que ahora es revelado: “Cristo en
vosotros” y que fue anticipado por nuestro Señor al declarar que “En aquel día
vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en
vosotros”, (Colosenses 1:27, Juan 14:20).
Es decir,
por la fe en Cristo Jesús cada uno de nosotros se convierte en templo del
Espíritu Santo y todos juntos hacemos parte de la iglesia universal de Cristo
unidos en un solo cuerpo (1 Corintios 3:16, Efesios 3:6).
Y el
propósito de la iglesia es mostrar el amor de Cristo a todo el mundo; tenemos
la misión de dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios en todo lugar a toda
criatura, por esto, la gran necesidad de congregarnos, prepararnos en una
iglesia y estar en comunión unos con otros, pues es un propósito y una misión
comunitaria que determina nuestra vida personal y nuestra identidad individual,
puesto que: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos
de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo”, (Efesios 2:19-20).
En
conclusión, hacemos parte de la familia de Dios por la gracia de Cristo,
entonces no estamos solos ni debemos vivir como seres aislados y sin rumbo,
pues teniendo la misión más importante de todas nos necesitamos unos a otros
para cumplirla a cabalidad. Oración.
«Padre,
gracias por mi familia de la fe, porque en comunión con ellos voy preparándome
y creciendo en el conocimiento y amor de Aquel que nos amó primero y dio la
vida para que nosotros fuésemos uno solo. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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