Sublime
gracia
“Porque la
gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada
y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,” Tito
2:11-13
La gracia no
es permiso para pecar, como muchos piensan equivocadamente, incluso Pablo por
el Espíritu aclara en Romanos capítulo sexto el mismo interrogante: “¿Qué,
pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” y es
contundente en responder la pregunta: “En ninguna manera. Porque los que hemos
muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2).
Debemos
saber, por tanto, que nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con
Cristo, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos
más al pecado (Romanos 6:6).
Es un hecho
radical que nuestro viejo hombre ya fue crucificado, pero seguimos en este
cuerpo mientras viene nuestro Señor Jesús a darnos un nuevo cuerpo celestial (1
corintios 15:52); el Señor nos proveyó de su Espíritu para que, por Él, hagamos
morir las obras de la carne y no andemos guiados por nuestra tendencia a hacer
el mal, sino por el amor que ha sido puesto en nosotros (Romanos 8:13).
Esta es la
gracia sublime de Cristo, que no solo por medio de la fe en su nombre nos
rescató, sino que nos sostiene y nos enseña a vivir de manera piadosa,
afirmando acerca del pecado: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:12).
¡Qué hermosa
revelación de la gracia!, es como nuestra maestra que nos sostiene y nos enseña
a vivir en santidad mientras se revela nuestro Señor Jesús en su segunda
venida; pero leamos o escuchemos nuevamente de su palabra esta verdad y pidamos
que sea revelada en lo más profundo de nuestro ser, para que tengamos
esperanza: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo,” (Tito 2:11-13). Oración.
«Señor,
quiero vivir en el estado natural de todo creyente: tu gracia sublime;
sostenido en tu verdad, pero viviendo en santidad, mostrando en amor que Cristo
mora en mí y que el pecado no tiene poder en mi vida. En el nombre de Cristo
Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
No hay comentarios:
Publicar un comentario