Rindamos nuestra vida a Dios
“Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del
pez,y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del
Seol clamé, Y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y
me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Entonces
dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo. Las
aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi
cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerrojos
sobre mí para siempre; Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios
mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó
hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, Su
misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios;
Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. Y mandó Jehová al pez, y
vomitó a Jonás en tierra.”, Jonás 2.1–10
Jonás había oído de Dios, quiso hacer su propia voluntad y
esto le trajo grandes problemas, ¿se imaginan sentirse encerrado en el estómago
de un pez? Así como el hijo pródigo tuvo que volver la mirada a Dios, y
rendirse en su presencia, Jonás tuvo que hacerlo, y lo expresa en esta intensa
oración. A veces el mundo es como el estómago de ese pez, asfixiante y oscuro,
no podemos sentirnos cómodos en medio de tanta inmundicia, quizás rodeados de
muchas cosas que nos alejan de Dios, pues el mundo entero está bajo el maligno,
y queremos decir «me levantaré e iré a mi Padre». Como Jonás debemos clamar:
«Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó
hasta ti en tu santo templo». No importa dónde estemos, ningún lugar es
impropio para la oración. Dios sólo mira el alma arrepentida que quiere
rendirse de nuevo a Él.
Tenemos al Espíritu Santo que ha venido a convencer este
mundo de pecado, justicia y de juicio como dice Juan 16:8. Nuestra misión
primordial no es introducir cambios sociales o políticos en el mundo, sino
proclamar que la salvación es la salida. No esperemos la perfección de este
mundo, sino anhelemos el momento en que Cristo regrese y establezca su reino en
este mundo y su justicia eterna, mientras tanto hablemos de Él, para que muchos
lo puedan disfrutar junto a nosotros. Como Jonás, hoy rindamos nuestra vida a
Dios. Oración.
Señor, queremos rendirnos a ti en este día pues hemos
comprendido que separados de ti nada podemos hacer, enséñanos a hacer tu
voluntad que es agradable y perfecta, a conocerte para comprender que tus
caminos son más altos que los nuestros y tus pensamientos también, pues quieres
lo mejor para nosotros. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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