La obediencia
Cuando tomamos la decisión de obedecer a Dios, Él puede hacer
su voluntad a través de nosotros y juntamente con ello se presenta la
oportunidad de tener una manifestación íntima de su presencia.
Si decidimos hacer todo con nuestras propias fuerzas, Él no podrá
revelarse a nosotros y nunca alcanzaremos a conocerlo. Pero cuando buscamos su
intervención en cualquier circunstancia y consideramos sus mandamientos,
permitimos que su poder tome control de nuestra vida.
Es verdad que obedecer puede ocasionarnos un conflicto ya que
en muchas ocasiones nuestra lógica y sentido común son desafiados por la
Palabra de Dios. En ese momento de batalla mental sale a relucir nuestra
verdadera inclinación y podremos descubrir si somos auténticos seguidores de
Jesús o simples simpatizantes.
Éxodo 7:1-6 cuenta el inicio del ministerio de Moisés, pero
es también una interesante historia que muestra algunas características del
proceso de obedecer: En primer lugar, es Dios quien toma la iniciativa y llama
a Moisés a unirse a sus planes para liberar a su pueblo de la esclavitud
egipcia. Juntamente con esa invitación, recibió también instrucciones precisas.
Lo interesante es que sólo después de haber obedecido, Dios cumplía todo lo que
había dicho que haría.
Posteriormente, Moisés y todo el pueblo salieron triunfantes
de Egipto, pero lo más importante es que llegaron a conocer a Dios de una
manera mucho más íntima y personal.
La Biblia está llena de historias de personajes cuya
obediencia resultó en una bendición a sus vidas y a las personas que los
rodeaban: Cuando Abraham obedeció, Dios le pudo dar un hijo y edificar una
nación. Cuando David obedeció, Dios le hizo rey. Cuando Elías obedeció, Dios
hizo que descendiera fuego del cielo y todos supieron quién era el verdadero
Dios.
Te interesa: La
oración de Moisés
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os
ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la
tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de
todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el
desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón,
si habías de guardar o no sus mandamientos.” Deuteronomio 8:1-2 Versión
Reina-Valera 1960
La obediencia a Dios es un desafío que en algún momento va a
confrontar nuestra lógica, razonamiento y conceptos sobre la vida. Quizás
lleguen dudas, pero recuerda: Él nunca ha fallado y depositar nuestra fe en sus
promesas, permite que su Poder actué con mayor fuerza, porque ya no somos
nosotros los que luchamos, sino es Dios quien toma el control.
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