Cuando Dios está en el asunto la cantidad de Hombre para
ganar una batalla no cuenta. Esto fue lo que le sucedió a Gedeón
“Llegó Gedeón al Jordán y lo pasaron él y los trescientos
hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo a los de
Madián.” (Jueces 8:4, RV1995).
Jueces 7:1 nos dice que Gedeón y sus 32,000 hombres estaban a
punto de iniciar la guerra en contra de los madianitas, quienes contaban con
más de 100,000 soldados. Esta no sería una batalla muy pareja.
Dios le dijo a Gedeón y a sus hombres, “Ahora, pues, haz
pregonar esto a oídos del pueblo: Quien tema y se estremezca, que madrugue y
regrese a su casa desde el monte de Galaad.”(ver Jueces 7:3).
Observemos que 22,000 hombres abandonaron la tropa y
solamente quedaron 10,000. Y Dios le dijo a Gedeón, “Aún son demasiados;
llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: “Vaya
este contigo”, irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: “Que éste no
vaya contigo”, el tal no irá. (Jueces 7:4, RV1995)
Por lo tanto, ¡ahora solamente serían 300 contra 100,000!
Entrada la noche y con únicamente 300 soldados, Gedeón
ingresó al campamentos de los madianitas y escuchó a dos soldados madianitas
hablar. Un soldado le decía al otro, “—He tenido un sueño: Veía un pan de
cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó
de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó. Su
compañero respondió: —Esto no representa otra cosa sino la espada de Gedeón
hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas
con todo el campamento.” (7:13-14).
¡Aquello que Gedeón escuchó alentó su alma y él empezó a
creer que podía ganar la batalla! ¿Cuál fue su reacción?
“Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación,
adoró. (7:15)¡Gedeón empezó a alabar! El propósito de Dios al llevarnos a un
lugar de victoria en medio de nuestro abatimiento, en medio de nuestro dolor,
es provocar en nosotros el exaltar y adorar a Jesucristo.
Dios no quiere solamente obtener la victoria en su vida al
auxiliarle con sus finanzas, al ayudarle con su matrimonio. Por supuesto que Él
lo ayudará con todas estas cosas, pero lo que Dios realmente anhela es que su
pueblo lo adore a Él.
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