JESÚS MULTIPLICA LOS PECES Y LOS PANES
Es fundamental administrar bien todo lo que Dios nos da.
Recordemos que Adán no administró bien lo que Dios le entregó, por qué? Porque
no siguió el mandamiento de Dios.
Pensó que podía hacerlo mejor por su propia cuenta (sin
Dios). Creyó que era posible quebrantar las leyes divinas, y salir bien
librado. Cristo es también llamado el postrer Adán, quien vino a restaurar las
incorrectas acciones del primer Adán. En éste pasaje vemos cómo Jesús sigue la
dirección divina (la de su Padre Celestial)…
“Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando
los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que
los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. Y comieron todos, y
se saciaron. Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró
de los peces. Y los que comieron eran cinco mil hombres”, Mr. 6:41-44.
Es necesario reconocer que Dios es nuestro proveedor. Jesús
recibió lo que los discípulos habían encontrado (cinco panes y dos peces), y
“miró al cielo” señal de reconocimiento, de dependencia, de adoración. El
salmista lo dijo así: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro de Jehová que
hizo los cielos y la tierra” (Sal. 121:2). Cuando nuestros ojos están en él,
nunca seremos decepcionados.
El Señor Jesús “bendijo” los cinco panes y los dos peces, o
como dice en otras versiones: “dio gracias a Dios”. La ingratitud nos aleja de
la bendición divina, por ej: Israel por el desierto continuamente se quejó y
murmuró (se quejaron por el camino que les había tocado, por la provisión del
maná, por la escasez de agua, por los enemigos encontrados en el desierto, por
el líder que Dios había puesto, etc).
Aquí vemos a nuestro Maestro, a Jesús, dando gracias (aunque
en primera instancia no era suficiente para todos, aunque pudo haber dicho a
sus discípulos: “muchachos esperaba algo más”, no se quejó sino que dio
gracias…). Recordemos que la misma Escritura nos aconseja: “Entrad por sus
puertas con acción de gracias”.
Aprendemos aquí que los milagros están precedidos de la
gratitud. Sí el quejarse, murmurar, preocuparse, o angustiarse, solucionara los
problemas no habría dificultades en el mundo. Al observar la Escritura, vemos
que Dios nos enseña a ser agradecidos en todas las circunstancias, aún en las
difíciles, pues esto nos ayuda a tener una perspectiva diferente:
Veremos los problemas como una oportunidad para crecer, para
conocer más a Dios, para avanzar hacia el propósito divino… Miles de personas
aquel día fueron testigos de uno de los más grandes milagros en el ministerio
terrenal de Jesús, pues se alimentaron 5.000 varones sin contar mujeres y
niños, habían seguido y buscado a Jesús, y él no los decepcionó.
Reflexión final: Concluimos que nuestro corazón debe ser
agradecido con Dios en todo momento, y más bien debemos caminar con él para ver
su obra sobrenatural, pues quienes le siguieron a éste lugar de Galilea fueron
testigos y bendecidos por los milagros y las palabras de vida del Señor Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario