Crecimiento a través de la tentación
Dichoso el hombre que no cede a hacer
Lo malo, cuando es tentado,
Porque un día recibirá la corona de vida que Dios ha
Prometido a los que lo aman.
Santiago 1:12 (BAD)
Mis tentaciones han sido mi maestría en teología
Martín Lutero.
Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien.
En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la tentación
llega a ser un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendes que
puede ser tanto una ocasión para hacer lo correcto como para hacer lo
incorrecto. La tentación solamente proporciona una elección. Aunque es el arma
principal de Satanás para destruirte, Dios quiere usarla para tu desarrollo.
Cada vez que escoges hacer lo bueno en lugar de pecar, estás madurando en el
carácter de Cristo.
Para entender esto, primero debes identificar las cualidades
del carácter de Jesús. Una de las descripciones más conocidas de su carácter es
el fruto del Espíritu: “Cuando el Espíritu Santo controla nuestras vidas, Él
producirá este tipo de fruto en nosotros: amor, alegría, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y autocontrol”.
Estas nueve cualidades son una ampliación del Gran
Mandamiento y describen un hermoso retrato de Jesucristo. Él es perfecto amor,
gozo, paz, paciencia, y todos los otros frutos incorporados en una sola
persona. Tener el fruto del Espíritu es ser como Cristo.
¿Cómo, entonces, produce el Espíritu Santo estos nueve frutos
en tu vida? ¿Los crea al instante? ¿Te despertarás un día y te llenarás de
repente de estas características totalmente desarrolladas? No. La fruta siempre
madura y llega a su punto lentamente.
La siguiente frase es una de las verdades espirituales más
importantes que podrás llegar a aprender alguna vez: ¡Dios desarrolla el fruto
del Espíritu en tu vida, permitiéndote experimentar circunstancias en las que
seas tentado para producir exactamente la cualidad contraria! El desarrollo del
carácter siempre involucra una elección, y la tentación proporciona esa
oportunidad.
Por ejemplo, Dios nos enseña a amar poniéndonos personas
desagradables a nuestro alrededor. No requieres fuerza de voluntad para amar a
las personas que son encantadoras y amorosas contigo. Dios nos enseña el
verdadero gozo en medio de la tristeza, cuando nos volvemos a Él. La felicidad
depende de las circunstancias externas, pero el gozo está basado en tu relación
con Dios.
Dios desarrolla la paz verdadera dentro de nosotros, no
haciendo que las cosas vayan de la manera en que lo habíamos planeado, sino
permitiendo tiempos de caos y confusión. Cualquiera puede tener paz observando
un hermoso ocaso o descansando cuando está de vacaciones. Aprendemos la paz
verdadera cuando escogemos confiar en Dios a pesar de las circunstancias cuando
estamos tentados a preocuparnos o a tener miedo. De igual modo, la paciencia se
desarrolla en las circunstancias que nos obligan a esperar, cuando estamos
tentados a enfadarnos o a punto de explotar.
Dios utiliza la situación opuesta de cada fruto para que
tengamos la posibilidad de elegir. No puedes decir que eres bueno si nunca has
sido tentado a ser malo. No puedes decir que eres fiel si nunca has tenido la
oportunidad de ser infiel.
La integridad se construye derrotando la tentación a ser
deshonestos; la humildad crece cuando nos negamos a ser orgullosos; y
desarrollas la paciencia cada vez que rechazas la tentación de rendirte. ¡Cada
vez que derrotas una tentación te pareces más a Jesús!
CÓMO OPERA LA TENTACIÓN
Nos ayuda saber que Satanás es completamente predecible. Él
ha usado la misma estrategia y las viejas artimañas desde la creación. Todas
las tentaciones siguen el mismo modelo. Por eso Pablo dijo: “No ignoramos sus
artimañas”. De la Biblia aprendemos que la tentación sigue un proceso de cuatro
pasos, los mismos que Satanás usó tanto con Adán y Eva como con Jesús.
En el primer paso, Satanás identifica un deseo dentro de ti.
Puede ser un deseo pecaminoso, como el de venganza o de manipular a otros, o
puede ser uno legítimo y normal, como el deseo de ser amado y valorado o de
sentir placer. La tentación empieza cuando Satanás te sugiere (con un
pensamiento) que cedas a un deseo malo o que se cumpla un deseo legítimo de
manera equivocada o en el momento errado. Ten siempre cuidado con los atajos.
¡A menudo son tentaciones! Satanás susurra: “¡Te lo mereces! ¡Debes tenerlo
ahora! Será emocionante... reconfortante... o te hará sentir mejor”.
Pensamos que la tentación está alrededor de nosotros, pero
Dios dice que empieza dentro de nosotros. Si no tuvieras ningún deseo interno,
no podría atraerte. La tentación siempre empieza en tu mente, no en las
circunstancias. Jesús dijo: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los
malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los
adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la
calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y
contaminan a la persona”. Santiago nos dice que hay “un ejército de malos
deseos dentro de nosotros”.
El segundo paso es la duda. Satanás trata de conseguir que
dudes de lo que Dios ha dicho sorbe el pecado: ¿Es realmente malo? ¿Es verdad
que Dios dijo que no lo hagas? ¿No será que Dios dio esta prohibición para otra
persona o para otra época? ¿Acaso Dios no quiere que yo sea feliz? La Biblia
advierte: “¡Tengan cuidado! No permitan que los malos pensamientos o las dudas
hagan que alguno de ustedes se aparte del Dios vivo”.
El tercer paso es el engaño. Satanás es incapaz de decir la
verdad; la Biblia lo llama “el Padre de mentiras”. Cualquier cosa que te diga
será falsa o simplemente una verdad a medias. Satanás ofrece su mentira para
reemplazar lo que Dios ya ha dicho en su Palabra. Satanás dice: “No morirás.
Serás tan sabio, como Dios. Puedes salirte con la tuya. Nadie lo sabrá.
Resolverás tus problemas. Además, todos lo hacen. Sólo es un pecado pequeño”.
Pero un pecado pequeño es como estar “un poco embarazada”: finalmente quedará
en evidencia.
El cuarto paso es la desobediencia. Al final te comportarás
de acuerdo con lo que estuviste maquinando en tu mente. Lo que comenzó como una
idea al fin sale a luz en la conducta. Cedes ante lo que capte tu atención. Crees
las mentiras de Satanás y caes en la trampa de la que te advierte Santiago:
“Cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.
Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez
que ha sido consumado, da a luz la muerte. Mis queridos hermanos, no se
engañen”.
CÓMO VENCER LA TENTACIÓN
Entender cómo opera la tentación ya es en sí mismo útil, pero
hay pasos específicos que necesitas dar para vencerla.
Rehúsa ser intimidado. Muchos cristianos se asustan y se
desmoralizan con pensamientos tentadores, se sienten culpables porque no están
“por encima” de la tentación. Se sienten avergonzados por el solo hecho de ser
tentados. No han entendido correctamente en qué consiste la madurez. Nunca
podremos dejar atrás la tentación.
En un sentido puedes considerar la tentación como un
cumplido. Satanás no tiene que tentar a los que están haciendo su mala
voluntad; ya son de él. La tentación es una señal de que Satanás te odia, no de
tu debilidad o mundanalidad. También es una parte normal del ser humano y del
hecho de vivir en un mundo caído. No te sorprendas ni te asustes o descorazones
por ser tentado. Sé realista en cuanto a la incapacidad de evitar la tentación;
nunca podrás evitarla completamente. La Biblia dice: “Cuando sean tentados...”,
no dice “si son tentados”. Pablo aconseja: “Ustedes no han sufrido ninguna
tentación que no sea común al género humano”.
No es un pecado ser tentado. Jesús lo fue, sin embargo nunca
pecó. La tentación sólo se convierte en pecado cuando cedes ante ella. Martín
Lutero dijo: “Usted no puede impedir que los pájaros vuelen encima de su
cabeza, pero puede impedir que hagan un nido en su pelo”. No puedes impedir que
el diablo te sugiera determinados pensamientos, pero si puedes decidir no
darles cabida o actuar con base en ellos.
Por ejemplo, muchas personas no distinguen la diferencia que
hay entre la atracción física o la excitación sexual y la lujuria. No son lo
mismo. Dios nos creó como seres sexuales, y eso es bueno. La atracción y la
excitación son respuestas naturales, espontáneas y dadas por Dios a la belleza
física, mientras que la lujuria es un acto deliberado de la voluntad.
La lujuria es la opción de cometer en tu mente lo que te
gustaría hacer con tu cuerpo. Puedes sentirte atraído o incluso excitado y, sin
embargo, decidir no pecar por lujuria. Muchas personas, sobre todo los varones
cristianos, se sienten culpables porque las hormonas que Dios les dio se les
alborotan. Cuando automáticamente una mujer atractiva les llama la atención,
suponen que es lujuria y se sienten avergonzados y condenados. Pero la
atracción no es lujuria hasta que se le da cabida.
Realmente, cuanto más te acercas a Dios, tanto más Satanás
tratará de tentarte. En cuanto llegaste a ser un hijo de Dios, Satanás, como un
mafioso que contrata asesinos a sueldo, “puso precio a tu cabeza”. Eres su
enemigo, y él está tramando tu caída.
A veces, mientras oras, Satanás sugerirá un pensamiento raro
o malo simplemente para distraerte y avergonzarte. No te alarmes ni te
avergüences por eso, pero comprende que Satanás le tiene miedo a tus oraciones
e intentará hacer cualquier cosa para detenerlas. En lugar de condenarte con
“¿Cómo se me ocurrió un pensamiento así?”, piensa que es una distracción de
Satanás e inmediatamente vuelve a concentrarte en Dios-
Reconoce lo que te tienta y prepárate. Ciertas situaciones te
hacen más vulnerable a la tentación que otras. Algunas circunstancias te harán
tropezar casi de inmediato, mientras que otras no te molestarán mucho. Estas
situaciones son particulares para tus debilidades y necesitas identificarlas
porque ¡Satanás las conoce con toda seguridad! Él sabe exactamente qué es lo
que te hace tropezar y trabaja constantemente para ponerte en esas
circunstancias. Pedro advierte: “Manténganse en alerta. El diablo está en
posición para saltar; y anda le gustaría más que encontrarlos tomando una
siesta”.
Pregúntate: “¿Cuándo me siento más tentado? ¿Qué día de la
semana? ¿A qué hora del día?” Pregunta: “¿Dónde me siento más tentado? ¿En el
trabajo? ¿En casa? ¿En la casa de un vecino? ¿En un centro deportivo? ¿En el
aeropuerto o en un motel fuera de la ciudad?”.
Pregúntate: “¿Quién está conmigo cuando soy más tentado? ¿Los
amigos? ¿Los colaboradores? ¿Una muchedumbre de extraños? ¿Cuándo estoy solo?”
También pregúntate: “¿Cómo me siento por lo general cuando soy más tentado?”
Puede ser cuando estás cansado o solo o aburrido o deprimido o bajo estrés.
Puede ser cuando sientes que te han lastimado o estás enfadado o angustiado, o
después de un gran éxito o cuando espiritualmente te sientes en la cima.
Debes identificar tu modelo particular de tentación y luego
prepararte para evitar esas situaciones tanto como sea posible. La Biblia nos
dice repetidamente que nos anticipemos y estemos listos para enfrentar la
tentación. Pablo dijo: “No le den ninguna oportunidad al diablo”. La planeación
sabia reduce la tentación. Sigue el consejo de Proverbios, que nos aconseja:
“Planeen cuidadosamente lo que hacen... Eviten el mal y caminen directamente
hacia delante. No se desvíen ni un paso del camino correcto”. “El pueblo de
Dios evita los caminos malos, y se protege mirando por dónde va”.
Pídele ayuda a Dios. El cielo tiene una línea abierta para
las emergencias las veinticuatro horas del día. Dios quiere que le pidas ayuda
para superar la tentación. Él dice: “Llámame cuando estés angustiado; yo te
libraré, y tú me honrarás”.
Yo llamo a esto una oración “microondas” porque es rápida y a
punto: ¡Socorro! ¡SOS! ¡Ayuda! Cuando la tentación azota, no hay tiempo para
mantener una conversación larga con Dios; simplemente clamamos a Dios. David,
Daniel, Pedro, Pablo, y otros millones, han orado este tipo de plegaria
instantánea pidiendo ayuda en medio de los problemas.
La Biblia garantiza que nuestro clamor por ayuda será oído
porque Jesús se solidariza con nuestras luchas. Él enfrentó las mismas
tentaciones que nosotros. Él “entiende nuestras debilidades, porque Él enfrentó
todas las mismas tentaciones que nosotros, sin embargo, Él no pecó”.
Si Dios está esperando para ayudarnos a derrotar la
tentación, ¿por qué no nos volvemos a Él más a menudo? A decir verdad, ¡a veces
no queremos que nos ayude! Preferimos ceder a la tentación aunque sabemos que
es malo. En ese momento pensamos que sabemos lo que es mejor para nosotros más
que Dios.
En otros momentos nos avergonzamos de pedirle ayuda porque
seguimos cediendo a la misma tentación una y otra vez. Pero Dios nunca se
irrita, no se aburre ni se impacienta cuando seguimos recurriendo a Él. La
Biblia dice: “Por lo tanto, tengamos confianza y acerquémonos al trono de Dios,
donde hay gracia. Allí recibiremos misericordia y hallaremos gracia para
ayudarnos exactamente cuando la necesitamos”.
El amor de Dios es eterno, y su paciencia es para siempre. Si
tienes que clamar pidiéndole ayuda a Dios doscientas veces al día para derrotar
cierta tentación en particular, Él estará más que dispuesto a brindarte su
misericordia y su gracia, así que acércate a él con confianza. Pídele que te dé
poder para hacer lo correcto y luego espera que te lo proporcione. Las
tentaciones nos mantienen dependiendo constantemente de Dios. Así como las
raíces crecen más firmes cuando el viento arrecia contra un árbol, cada vez que
resistes una tentación te asemejas más a Jesús. Cuando tropieces ¾y tropezarás¾
no pienses que es una fatalidad. En lugar de ceder o rendirte, mira a Dios,
espera que Él te ayude, y recuerda la recompensa que te espera: “Dichoso el que
resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida
que Dios ha prometido a quienes lo aman”.
DÍA VEINTISEIS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Cada tentación es una oportunidad para
hacer el bien.
Versículo para recordar: “Dichoso el que resiste la tentación
porque, al salir aprobado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a
quienes lo aman”. Santiago 1:12 (NVI).
Pregunta para considerar: ¿Qué cualidad del carácter de
Cristo puedo desarrollar si derroto la tentación más común que enfrento?
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