Salmos. 17.v1-8. 1
Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor.
Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.
2. De tu presencia proceda mi vindicación;
Vean tus ojos la rectitud.
3. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche;
Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste;
He resuelto que mi boca no haga transgresión.
4. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus
labios
Yo me he guardado de las sendas de los violentos.
5. Sustenta mis pasos en tus caminos,
Para que mis pies no resbalen.
6. Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios;
Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7. Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a
los que se refugian a tu diestra,
De los que se levantan contra ellos.
8. Guárdame como a la niña de tus ojos;
Escóndeme bajo la sombra de tus alas,
17.3 ¿Estaba diciendo David que no tenía pecados? Lejos de
ser una declaración soberbia de pureza, la afirmación de David brotaba de haber
entendido su relación con Dios. En los Salmos 32 y 51 David reconoce
abiertamente sus pecados. Sin embargo, su relación con Dios incluían una íntima
amistad con Dios y continuos arrepentimiento y perdón. Su afirmación de
rectitud, por lo tanto, se basaba en su búsqueda continua de Dios.
17.8 Dios nos protege como nosotros protegemos las niñas de
nuestros ojos. No debemos decir que nos ha faltado la protección de Dios porque
tengamos problemas. La protección de Dios tiene propósitos mucho más grandes
que ayudarnos a evitar el sufrimiento. Quiere hacernos mejores siervos suyos.
Dios nos protege también guiándonos en medio de circunstancias difíciles, no
sólo ayudándonos a escapar de ellas.
17.8 La "sombra de tus alas" es una figura de
dicción que denota protección de Dios. Él nos guarda como una gallina protege a
sus polluelos al cubrirlos con sus alas. Moisés utilizó esta misma metáfora en
Deu_32:11. Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas,
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