Salmos. 11:v1-7
11.1-4 David se vio forzado a huir para salvar su vida en
varias ocasiones. Ser el rey ungido de Dios no lo hizo inmune a la injusticia y
al odio de otros. Este salmo pudo haber sido escrito cuando David estaba siendo
perseguido por el rey Saúl (1 Samuel 18-31), o durante los días de la rebelión
de Absalón (2 Samuel 15-18). En ambas ocasiones, David huyó, pero no porque
todo se hubiera perdido sino porque sabía que Dios tenía las riendas. Si bien
evitó los problemas con sabiduría, no huyó de ellos por temor.
11.1-4 David parece estar hablando a aquellos que le
aconsejan huir de sus enemigos. La fe de David contrastaba dramáticamente con
el temor de sus consejeros. La fe en Dios nos impide perder la esperanza y nos
ayuda a resistir el miedo. Los consejeros de David tenían miedo debido a que
veían sólo circunstancias aterradoras y fundamentos que se desmoronaban. David
estaba seguro y optimista porque sabía que Dios era más grande que cualquier
cosa que sus enemigos pudieran llevar en su contra (7.10; 16.1; 31.2, 3).
11.4 Cuando se sacuden los fundamentos y usted desea
esconderse, recuerde que Dios sigue llevando las riendas. Su poder no ha
disminuido por el curso que hayan tomado los acontecimientos. Nada sucede sin
su conocimiento ni su permiso. Cuando tenga ganas de salir huyendo, huya hacia
Dios. El restaurará la justicia y la bondad en la tierra en su tiempo.
11.5 Dios no evita que los creyentes tengan circunstancias
difíciles, sino que pone a prueba tanto al justo como al malvado. Para algunos,
las pruebas de Dios se vuelven como fuego que refina, mientras que para otros,
se vuelven un incinerador para destrucción. No haga caso omiso de las pruebas y
los retos que surjan en su paso por la vida. Uselos como oportunidades de
crecer.
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