Los planes de Dios. Dice la escritura en Hechos cap. 27, que
la nave en la que Pablo viajaba, ya venía con algunos problemas. En esa
embarcación viajaba un hombre de Dios, Pablo; que continuamente estaba
formulando advertencias, pero dice la Palabra que el centurión daba más crédito
al piloto y al patrón de la nave que a lo que Pablo decía (Hech. 27:11)
Pero finalmente, soplando una brisa del sur, les pareció que
tenían lo que querían y se lanzaron al mar. Les duró poco. Pronto la
embarcación se vio envuelta en una furiosa tempestad y quedó a la deriva, para
finalmente quedar encallada cerca de la playa y las más de doscientas personas
que la abordaban pudieran llegar a tierra como pudieran.
En esta vibrante escena de la Biblia puedo discernir algunos
denominadores comunes con la actualidad. El centurión daba más crédito al
piloto y al patrón dela nave. Cumplía con su trabajo. Estaba muy bien lo que
hacía, aunque los que gobernaban la nave tenían un criterio a todas luces
discutible.
Pero los planes de Dios trascienden deseos y peticiones
humanas. Nadie iba a morir ya que Pablo estaba allí y no debía morir todavía.
Dios distribuye sus bendiciones de acuerdo a un plan superlativo, no a los
antojadizos deseos de cada uno de nosotros. Si no hubiese estado Pablo, ni
siquiera sabríamos de esa embarcación. Sería un número más de tantos naufragios
anónimos ocurridos en todo el mundo.
Hoy pedimos a Dios muchas cosas. Unas cuantas no se cumplen.
Y está muy bien que sea así.
Si el médico pidiera mucho trabajo a Dios y Él se lo diera,
significa que hay mucha gente enferma. Eso no es bueno. Si el mecánico pidiera
mucho trabajo a Dios y Él se lo diera quiere decir que hay mucha gente con su
auto roto. Tampoco es bueno. Si el constructor pidiera a Dios mucho trabajo a
Dios y Él se lo da, quiere decir una de dos cosas: que hay mucha gente próspera
que finalmente puede acceder a su sueño y construir su casa propia; o que hubo
una terrible catástrofe y hay que levantar toda una ciudad de nuevo. Depende
desde qué punto de vista se lo mire.
Lo planes de Dios, insistimos, son superlativos. Trascienden
nuestro pequeño mundito. No hay secretos en esto. Para poder recibir grandes
bendiciones hay que estar en el centro de la Voluntad de Dios. Y Pablo salió
beneficiado porque lo estaba, cumpliendo con Sus Planes.
Hay quienes creen y enseñan que “su receta” es válida para
todos. Pues bien: NO ES ASÍ. Jesús le dijo a Pedro: Si quiero que él quede
hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. (Juan 21:20 y 21) Y con esto fue
clarísimo: Tiene propósitos diferentes contigo y con tu hermano. Y para
cumplirlos no le concederá lo mismo a tí que a tu hermano. Y esto no depende de
ti, ni de tu hermano, sino de ÉL y de los propósitos que tenga para ti y para
tu hermano.
Uno escucha al piloto y al timonel de la nave, es decir a los
líderes espirituales, y eso está muy bien. Pero nunca debemos perder de vista
lo que Dios nos dice y discernir lo que nos dejó en las Escrituras. Que es
básicamente lo mismo que ocurría en esa nave de Hechos cap. 27, donde Dios les
trasmitía sus advertencias a los tripulantes por intermedio de Pablo.
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en
ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
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