QUE YO MENGÜE PARA QUE ÉL CREZCA
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el
Cristo, sino que soy enviado delante de él. Es necesario que él crezca, pero
que yo mengüe. Juan 3:28,30
Nuestro ego, nuestro yo, quiere siempre tomar el control de
nuestra vida, los deseos egoístas quieren gobernar y decidir el rumbo. Pero no
debe ser así. Cuando recibimos a Cristo, recibimos nuestra verdadera identidad
y una nueva naturaleza, la cual debe definir nuestro día a día. Lo que somos en
Cristo debe gobernar nuestra mente, debe limpiar nuestros pensamientos y
dirigir nuestros actos.
Juan el bautista nos da el ejemplo que siendo un gran
profeta y teniendo muchos seguidores, no era a él al que debían seguir, sino al
que él anunciaba. Muchos predicadores modernos se olvidan que no es al hombre
al que deben seguir, sino enseñar al creyente a rendir su vida y voluntad al
Cristo vivo; quien no se quedó en la tumba, que habita con nosotros por su
Espíritu Santo y estará EN todo aquel que le reciba.
Como la parábola de la semilla de mostaza que nos relata el
Señor Jesús, nuestra fe debe crecer y dar fruto, (Mateo 13:31-33), en la medida
que Cristo tome el control y nuestro yo merme, creceremos hasta llegar a ser un
árbol frondoso, de donde los demás toman sombra y buen ejemplo; un árbol que
lleva mucho fruto. Oración.
Señor, que tu amor y tu sabiduría crezca cada día más en mí,
para llevar mucho fruto. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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