Las dos naturalezas. Podemos presentar los miembros de nuestros cuerpos para
que hagan lo que el "hombre nuevo" quiere hacer, cosas que agradan al
Señor. Aquí se debe decir que si no tienes ningún deseo de agradar al Señor no
eres en absoluto un creyente, porque si has nacido de nuevo tienes dentro de ti
la misma vida de Cristo. ¡Ah, tú dirás, en ocasiones quiero hacer lo que está
mal! Pero no es la nueva vida la que quiere hacer lo que está mal, sino que se
debe a que estás dejando al "viejo hombre" (el antiguo ocupante) mostrar
actividad. Dios dice: "Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro". El "viejo hombre" no tiene ya
derechos algunos en el cuerpo. Dios dice que estamos muertos al pecado, y así
leemos en 2 Corintios 4:10: "Llevando en el cuerpo siempre por todas
partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestra carne mortal".
Muchos cristianos abrigan dudas acerca de su
salvación porque no han sido enseñados "conforme a la verdad que está en
Jesús" (Efesios 4:21). Se ven sorprendidos que después de ser salvos
siguen queriendo hacer aquellas cosas que están mal. Así que Satanás les dice:
"Quizá no sois salvos, porque algunos de aquellos viejos deseos siguen
ahí". Pero, ¿no dijo el Señor, "lo que es nacido de la carne, carne
es"? (Juan 3:6). Y el apóstol Pablo tuvo que decir: "En mí, esto es,
en mi carne, no mora el bien" (Romanos 7:18). Seguía teniendo consigo la
naturaleza caída, incluso después de haber sido salvo todos aquellos años.
En el capítulo 7 de Romanos se examina toda la
cuestión de este conflicto de una forma práctica. La persona contemplada en
este capítulo está tratando de lograr la liberación bajo la ley. Ha
"nacido de nuevo", y posee una nueva vida, pero no se encuentra en el
goce de su nueva posición. El Espíritu de Dios usa esto para mostrarnos el
camino de la liberación de la ley y del "viejo hombre". A todo lo
largo del capítulo hasta llegar al versículo 18 esta persona está llamando
"yo" al viejo hombre, y en otro punto llama "yo" al nuevo
hombre. Es por esta razón que tiene este conflicto, porque piensa que "los
dos ocupantes" tienen los mismos derechos: pero no los tienen. El
"viejo hombre" debe ser considerado muerto. El "nuevo
hombre" es el único ocupante legítimo. Debemos reconocer que el
"nuevo hombre" es el único con derecho a decir lo que se hace en el
cuerpo, y que este "nuevo hombre" es la vida de Cristo.
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