¿Me amargo o
perdono?
“Quítense de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:31-32
Cuando nos
ofenden o nos sentimos ofendidos por alguien, generalmente tenemos dos
opciones, perdonar o no perdonar. Perdonar, implica dejar ir; no perdonar,
implica retener. Pero ¿qué es lo que debemos dejar ir o retener? ¿Será la
acción o la reacción? ¿Cuál será mi parte? Evidentemente yo tengo el dominio
sobre lo que hago, digo, siento o pienso y no sobre lo que los demás hicieron o
dijeron, es por eso que aquello que puedo y debo dejar ir es mi reacción, esa
emoción o sentimiento negativo que produjo en mí esa acción.
Imaginemos
que cada vez que nosotros pecamos y vamos a la presencia de Dios a pedir
perdón, nuestro Padre recuerda una y otra vez el momento en que su Hijo amado
fue pisoteado, escupido y crucificado por nuestros pecados. ¿Cómo quisiéramos
que el Señor reaccionará al recordar ese momento?, ¿quisiéramos que Él nos
amara y perdonara por la sangre que derramó su hijo en la cruz, o mejor que
sintiera odio, enojo, ira o amargura y no nos perdonara por la misma sangre que
derramó su hijo en la cruz? Finalmente ¿cuál es su elección? Indudablemente
amarnos y perdonarnos.
¿Qué hemos
de hacer nosotros? Amar y perdonar. ¿Para qué guardar, amargura, enojo, ira,
rencor u odio en nuestro corazón? Son sentimientos que solo nos atan y nos
destruyen. La palabra de Dios hoy nos exhorta a que seamos misericordiosos y
nos perdonemos unos a otros como Dios también nos perdonó a nosotros en Cristo
Jesús. Oración.
«Papito
Dios, gracias Señor por Cristo Jesús en quien tengo el perdón de mis pecados,
gracias por tanto amor en tu Hijo, el cual enviaste para mi salvación,
permíteme Padre perdonar como Cristo me enseñó, y cada día honrarte más y más.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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