martes, 22 de diciembre de 2020

 


Hijos de Dios – Parte 2

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” Efesios 1:13-14

Decíamos en el devocional del día de ayer que, al creer en el Señor Jesucristo y recibirlo en nuestra vida, somos hechos hijos de Dios (Juan 1:12-13, Romanos 10:9-10); pues bien, si tu así lo has hecho, es fundamental que también conozcas la siguiente verdad:

El Espíritu Santo está en ti. La tercera persona de Dios está en ti. Como dice el versículo de hoy, Dios como parte de su obra salvadora para con nosotros, nos ha sellado con su Santo Espíritu, nos ha puesto sello Espiritual y nos ha dicho: mi morada eres tú. (Efesios 2:22).

Esta afirmación es una verdad que puede transformar nuestras vidas, pero es necesario que pidamos a Dios en oración íntima y sincera que sea Él a través de su Santo Espíritu quien nos revele la increíble grandeza de su poder para con nosotros los que creemos.

Hermanos, verdaderamente nuestra mente es limitada para entender la esperanza, las riquezas o la supereminente grandeza de Dios hacia nosotros, pero el Espíritu que escudriña lo profundo de Dios nos revela lo que Él nos ha concedido (1 Corintios 2:12). Veamos tan solo una de sus tantas promesas, 1 Corintios 2:9 “Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

Es espectacular, a nosotros solo nos queda orar con fe pidiendo la revelación de su sabiduría a través de su Espíritu Santo.  Oración.

«Padre de la gloria, es por tu amor y tu favor que me has hecho tu hijo, hace poco era tu enemigo y ahora me dices que soy tu hijo, que me amas con amor eterno e incondicional, que nada me arrebatará de tu mano, y como si fuera poco me das tu Espíritu; Señor, ahora solo quiero alabarte y seguir viviendo ese gran amor, gracias Dios, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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