Hijos de
Dios - Parte 1
“Mas a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:12-13
Si estás
leyendo o escuchando este devocional, con seguridad haces parte de cualquiera
de los dos siguientes grupos:
Primer
grupo: hijos de Dios, quienes han aceptado la paternidad de Dios.
Segundo
grupo: quienes han rechazado a Dios y su paternidad.
Ahora que
sabes a qué grupo perteneces, presta atención a tu mensaje.
Para los que
somos parte del primer grupo, los hijos de Dios, preguntémonos: ¿también son
hijos de Dios mis familiares y amigos? Como leíamos en el versículo de hoy,
esto depende si ellos han creído en Jesús y lo han recibido en su corazón, pero
como dice la Escritura en Romanos 10:14 “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?” Hijos de Dios, nuestra tarea es hacer que
estas personas escuchen el mensaje de salvación, ese mismo que nos compartieron
a nosotros, debemos predicar la fe en nuestro Señor Jesucristo para que,
escuchando ellos crean y sean hechos hijos de Dios.
Si haces
parte del segundo grupo, aquellos que todavía no son hijos de Dios y recibiste
este devocional, te invito para que recibas al Señor Jesús en tu vida; confiesa
con tu boca que Jesús es el Señor y cree en tu corazón que Dios le levantó de
los muertos, así serás salvo, lo dice la Escritura en Romanos 10:9-11; al igual
que nosotros pasarás a ser un hijo de Dios, como un bebé que podrá crecer sano
y fuerte espiritualmente si permite que su nuevo Padre lo alimente diariamente,
Jesús lo dijo, “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.” (Mateo 4:4). Así que, es tu decisión. Oración.
«Papito
Dios, me has adoptado como tu hijo, tu gracia y misericordia me han alcanzado,
te alabo Señor y te doy gracias porque me has hecho ciudadano del cielo, bendigo
tu poderoso nombre y me inclino ante ti en actitud de reverencia pidiéndote que
bendigas mi vida, haciendo de mí conforme tu voluntad y propósito, gracias
Padre. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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