Si tú le
buscares, lo hallarás
“Y tú,
Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto
y con ánimo voluntario; porque el SEÑOR escudriña los corazones de todos, y
entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; más
si lo dejares, él te desechará para siempre.” 1 Crónicas 28:9
El hombre no
puede vivir sin Dios, aunque se invente sus propios dioses, o se convierta en
su propio dios. Fracasará y morirá en su pecado si no conoce al verdadero Dios
y al Señor Jesucristo, a quien envió para revelar en Él todo el esplendor de su
gloria y darnos vida eterna (Juan 17:3).
Y Él puede
ser encontrado si le buscamos; Él no se ocultará de ninguno de nosotros, si lo
buscamos de manera personal. No es, si lo merecemos, o si compramos su favor,
sino simplemente si le “buscamos”.
Si lo
buscamos de todo corazón podremos encontrarle (Jeremías 29:13), pero, ¿en dónde
podemos iniciar nuestra búsqueda del Dios de la vida? Él se revela, se deja
encontrar a través del evangelio, de su Palabra, porque realmente cuando
estamos en nuestros delitos y pecados, no consideramos a Dios, como nos enseña
la escritura, no había ni siquiera uno que lo buscara (Salmos 14:2-3). “No hay
quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11).
Y cuando le
buscamos a través de la escritura, hallamos el punto de encuentro y este es: la
fe. La Palabra nos da la fe para tener un encuentro personal con Dios, porque
ella nos enseña que es a través de Cristo, y que sin esta fe es imposible
agradar a Dios, “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (hebreos 11:6)
Cuando lo
buscamos, realmente nos damos cuenta que Él se despojó a lo sumo, y tomando
forma de siervo vino a buscarnos primero, y se ofreció en sacrificio por
nosotros, incluso antes, cuando aún éramos pecadores; el inocente ofreció su
vida por los culpables y vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
(Lucas 19:10) Oración.
«Señor,
estaba perdido sin ti y me amaste, viniste a buscarme, ofreciste tu vida en
sacrificio por mí. Anhelo tener un encuentro personal, con aquel que, sin yo
merecerlo, me amó primero y se entregó por mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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