Emociones
bajo el control del Espíritu Santo - Parte 1
“porque la
ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Santiago 1:20
“No os
embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu”. Efesios 5:18
Cuando obra
la justicia de Dios en nosotros, obra por medio de la fe en Cristo, pero a
veces retrocedemos (Hebreos 10:38), no que perdamos el don de justicia que nos
ha sido dado en Cristo (Romanos 5:17), sino que permitimos que nuestras
emociones nos controlen, y nos lleven a pensar y a actuar como lo haría el
viejo hombre, ya crucificado en la cruz (Romanos 6:6), esto trae como
consecuencia que perdamos el control, o mejor, que no cedamos el control al
Espíritu de Dios, que nos guía a ser y practicar esa justicia de Dios.
Podemos
perder el control de nosotros mismos (dominio propio), en alguna situación de
la vida cotidiana, y esto es evidencia de que hemos cedido el control a
nuestras emociones y no al Espíritu. La ira, el enojo, las malas respuestas,
nos muestran que algo sucede, esto no significa que debamos permanecer de esta
manera, o que no podamos con la ayuda del Espíritu Santo, volver a tener amor,
paz y dominio propio.
La Palabra
de Dios nos enseña a adornar nuestra vida, teniendo un espíritu suave y
apacible, lo cual tiene mucho valor ante Dios (1 Pedro 3:3-4), y esto se trata,
de no permitir que los falsos adornos de la vanidad, los placeres momentáneos,
ni las emociones descontroladas, nos embriaguen, nos vuelvan insensibles para
escuchar la voz de su Espíritu, adormeciendo nuestra conciencia espiritual.
Así que, no
perdamos el control, cedamos toda situación, todo pensamiento, toda acción a la
guía del Espíritu de Dios que ilumina nuestra conciencia y nos ayuda a corregir
nuestro rumbo, y nos recuerda que somos hijos del Altísimo y si hijos, ya no
esclavos de nuestras emociones, sino herederos de Dios y coherederos con Cristo
(Romanos 8:16-17) Oración.
«Gracias
Señor, porque por la fe en Cristo, has colocado tu Santo Espíritu en mí, para
vivir en comunión y que mis emociones no decidan mi vida, sino tu buena,
agradable y perfecta voluntad, manifestada en tu Palabra. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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