Recibir la
Palabra de Dios
“Por lo cual
también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la
palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de
hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros
los creyentes.” 1 Tesalonicenses 2:13
La Palabra
de Dios es especial, es totalmente diferente a las palabras comunes y
corrientes que escuchamos en la cultura actual. Pero esta Palabra de vida es
totalmente experimental, es decir, quien escucha un mensaje de la Biblia debe
estar dispuesto a experimentar en su propia vida, lo que dice, para que pueda
comprobar que tal como dice es realizado.
Si solamente
se escucha el mensaje y no hay una disposición de hacer lo que Dios dice, no se
tendrá un crecimiento que lleve a una experiencia plena de salvación, por eso,
debemos desearla con ansías (1 Pedro 2:2-3).
De esto se
trata el hecho de recibir su Palabra, que además de guardarla en nuestra mente,
debemos tenerla presente en nuestro corazón, para usarla en el momento preciso
que la necesitemos. Por eso nos enseña la escritura, que en el nacimiento de la
iglesia primitiva: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y
se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41).
Cuando
recibimos su Palabra, recibimos a Cristo mismo, y muchos cuando Él vino lo
rechazaron, pero los que lo aceptamos somos hechos nuevas criaturas y somos
aceptados como hijos de Dios (Juan 1:1,12-13).
Ahora, día a
día, recibimos su Palabra para nuestra limpieza y edificación, para que siempre
crezcamos en el conocimiento de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz
admirable (1 Pedro 2:9). Ese conocimiento experimental nos lleva a dar fruto, a
ser siervos preparados para hacer la voluntad del Padre y para ser instrumentos
honrosos y dignos, preparados para toda buena obra (2 Timoteo 2.19–21).
¿Has tomado
hoy con ansías tu porción de la Palabra de Dios? Oración.
«Padre, anhelo
tu Palabra, porque sé que con ella tú me has hecho renacer para una nueva
esperanza y edificar mi vida, construyendo en mí un hijo que hace tu voluntad y
que va creciendo conforme a la imagen de tu hijo Jesucristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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