RENUNCIA. "El joven le dijo: Todo esto lo he guardado
desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas
posesiones.", Mateo 19:20-22
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres
oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte,
y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio,
para que veas.”, Apocalipsis 3:17-18
El "oro refinado en fuego" es nuestra fe probada
(1 Pedro 1:7 ) y renovada en las circunstancias difíciles de la vida, como
cuando debemos tomar la decisión radical de estar con Cristo o con el mundo
(una sociedad actual sin valores y sin principios bíblicos).
Podemos vivir sintiéndonos cómodos con casa, carro, cosas,
títulos y considerarnos “ricos” o que no nos falta nada, pero si no hemos
renunciado al mundo, a nosotros mismos, si no estamos dispuestos a morir por
causa de Cristo, somos pobres.
Necesitamos renunciar a nuestra vieja naturaleza, renunciar
a que nuestros deseos y planes particulares estén por encima o fuera de la
voluntad de Dios, y tener por lo tanto una perspectiva diferente de la vida, la
que nos da la Palabra de Dios.
Esto no quiere decir que renunciemos a nuestro trabajo, o las
cosas que Dios nos ha puesto en administración en su amor, sino que no las
coloquemos por encima de la voluntad del Padre; que nuestro corazón no esté en
las cosas, sino en el dador y proveedor de toda bendición (Santiago 1:17) y que
las administremos de tal forma que sirvan a los propósitos de Dios y no a
nuestros deseos egoístas. Nuestra relación con Dios debe estar en primer lugar
y esta relación es diaria, mediante la Palabra de Dios, la oración y
manifestada en el amor.
Escribamos por lo tanto una carta de renuncia espiritual al
pecado, a nuestra pasada vana manera de vivir, a pensar como pensábamos antes,
a vivir una vida por vista y no por fe; reflexionemos sobre las cosas de
nuestro pasado que debemos renunciar, aquellas cosas que están causando pérdida
de tiempo o vida y que no cumplen el propósito que Dios anhela que vivamos;
reflexionemos en aquello en lo que fijamos nuestra atención, porque donde
tengamos nuestros pensamientos, emociones y voluntad, allí estará y será
nuestro tesoro (Mateo 6:21). Podemos escoger un tesoro momentáneo o un tesoro
eterno.
Oración.
"Señor, guíame a considerar mis días y todo lo que
hago, las cosas que anhelo y las cosas que administro, el objetivo y las metas
que persigue mi corazón, las cosas eternas o las cosas temporales; ayúdame a
vivir para ti, para servirte, honrarte y para que sea evidente tu gracia en mí.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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