Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la
verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a
otros entrañablemente, de corazón puro", 1 Pedro 1:22. Si obedecemos el
mensaje del evangelio, nuestro corazón ha sido
lleno del más puro amor, el amor
de Dios, el cual no es egoísta, al contrario, se extiende hacia otros y no es
un amor que aparenta preocupación pero no hace nada al respecto para ayudar en la
situación de otro. El amor de Dios es activo, capaz de emprender acciones con
tal de ayudar en el bienestar del prójimo y sobre todo de aquel que piensa
diferente, de aquel que contradice, ofende o que persigue.
Esto tiene un efecto práctico, tal como el Señor Jesús nos
enseñó, debemos practicar este amor no fingido, con nuestro “enemigo”, es decir
con aquellas personas que están en el mundo y no hacen la voluntad de Dios, por
no conocer realmente a Jesús.
Fácil es hacer cosas buenas por aquellos que nos aman, pero
por aquellos con quienes tenemos contradicciones no; tal como Cristo nos mostró
en la cruz, murió por todos nosotros que éramos enemigos de Dios, por culpa del
pecado.
Tomemos ahora este amor de Cristo incrustado en nuestro
corazón, por eso vayamos a contarles a otros acerca de este gran amor con que
Dios nos amó aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.
Mostremos este amor no fingido a los que no conocen el verdadero amor, este es
el primer paso para cumplir el mandamiento de amarnos mucho unos a otros, con
todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas. Oración.
"Gracias Señor por el gran amor que me diste a pesar de
mis acciones. Quiero desde hoy hacer tu voluntad, expresando el gran amor que
Cristo me dio en la cruz. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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