Romanos 8:26-27
La Buena Parte del día - Romanos 8:26-27Romanos 8:26-27 Así
mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué
pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme
a la voluntad de Dios.
Es tan importante la presencia del Espíritu Santo en nuestra
vida que podríamos vivir de una manera más confiada y tranquila si lo
reconociéramos como el ayudador, intercesor y conocedor de nuestro corazón y
nuestro espíritu.
La debilidad del hombre es algo que hace parte de la
humanidad del mismo, aunque somos seres espirituales por la naturaleza de
nuestro Padre, mientras vivamos en esta tierra tendremos debilidades (Romanos
6:19). Y esta condición de debilidad es la que Dios utiliza en nuestras vidas
para que aprendamos a depender de Él, de su gracia y su poder.
Esta debilidad nos hace consiente de una realidad en la que
necesitamos una conexión de nuestro espíritu con el Espíritu Santo de Dios. Por
esta razón el apóstol Pablo en la carta a los corintios escribió: "Por lo
cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10), lo decía por que quien lo
fortalecía era el Espíritu Santo.
Es por esta razón que muchas veces en los momentos que más
débiles nos encontramos no sabemos cómo escuchar la voz de Dios, no sabemos
cómo orar, ni como discernir qué es lo que nos conviene. Nos afanamos muchas
veces por ver cumplido aquello que esperamos, por ver solucionado todo lo que
nos causa impaciencia, y en medio de cada situación perdemos la dirección hacia
la voluntad del Padre. Pero la palabra de Dios nos dice que el Espíritu Santo
dado a nosotros por Dios (Rom 5:5), y al cual muchas veces desconocemos, cumple
3 funciones importantes cuando somos débiles y dejamos que El actúe:
1. "NOS AYUDA" (Rom 8:26)
2. "INTERCEDE". (Rom 8:26)
3. "EXAMINA NUESTROS CORAZONES" (Rom 8:27)
Nos Ayuda porque cuando somos débiles, nuestra fe puede
menguar, nuestros sentidos traen confusión, nuestra alma se aflige, y todo esto
nos impide ver con claridad las cosas en el ámbito espiritual, y focalizamos
todo en lo humano y racional, es decir en nuestras emociones. Por lo tanto, no
sabremos pedir como conviene (Rom 8:26). De aquí la necesidad de que
reconozcamos por qué Jesús nos dejó nuestro ayudador permanente, quien acude a
nuestra ayuda para guiarnos y darnos la paz y la tranquilidad necesaria en una
espera. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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