Juan el bautista había comenzado una revolución religiosa en
Palestina. Después de 400 años de silencio divino y de vivir sin profetas, se
veía en Israel un profeta poderoso y con palabra de Dios. Juan era bastante
atípico, pero era convincente. Y las multitudes lo seguían. Todos querían
escuchar su prédica y se arrepentían de sus pecados.
Por eso se bautizaban, porque reconocían que sus errores los
alejaban de Dios y Juan los incitaba a acercarse a la santidad divina. No
discriminaba a nadie. No importaba su alcurnia, historia familiar, inclinación
religiosa, acumulación de pecados, historial delictivo o indiferencia personal.
El bautismo de Juan unificaba a los presentes y los ponía en un mismo plano
frente a la mirada divina. Estaban todos en un mismo plano de falencia frente a
la perfección de Dios.
Todas las personas se unificaban frente a esta realidad,
ninguna vida era suficientemente buena como para poder acceder a la presencia
de Dios. Y esta realidad fue aún más asombrosa, cuando Juan relata este hecho
inédito.
El Hijo de Dios, Jesucristo, Dios hecho hombre fue a visitar
a Juan al Jordán par ser bautizado. ¡¿Era necesario?! Definitivamente no.
Cristo era el único ser humano que jamás había pecado. Era el único hombre en
la historia de la humanidad completamente puro y perfecto. La completa santidad
se acercó al Jordán para bautizarse.
¿Cuál fue la razón por la que Cristo hizo esto? Demostrando
su grandeza y generosidad, Dios se identificó con nosotros en el bautismo. Se
hizo como nosotros para poder acercarse a nosotros. No le hacía falta, pero lo
hizo igual para caracterizarse como un ser humano.
Por su muerte en la Cruz nos dio nueva vida, y renovó nuestro
espíritu para ponerlo en sintonía con Dios. Por su perdón nos habilitó la
posibilidad de disfrutar de una nueva naturaleza santa. Y nos invita a
identificarnos con Él. Ya nos enseñó como hacerlo. Como siempre, Cristo dio el
primer paso y nos mostró el camino.
Ahora depende de nosotros, que elijamos cada día imitarlo. Y
tratemos de vivir como Él vivió mientras estuvo en la tierra. ¿Difícil? Por
supuesto que sí. Pero Dios te considera digno del desafío. No es para
cualquiera, solo para escogidos. Y Usted estás dentro del grupo selecto.
REFLEXIÓN – Identifícate con el Señor Jesús. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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