Juan. 1.6-8.
El evangelista Juan nos presenta en este
Evangelio el testimonio de Juan el Bautista. Él sabía que no era el Mesías, ni
siquiera se reconocía profeta como Elías. Él sólo es la voz que grita, la voz
que prepara el camino para el verdadero Mesías. Para nosotros, la figura de
Juan debe ser muy importante, al igual que lo fue para los primeros cristianos.
Nosotros, todos los bautizados deberíamos caer en la cuenta
que somos los llamados a gritar hoy entre la multitud que Cristo viene. Debemos
prepararnos, preparar a todos aquellos que nos rodean para que cuando llegue se
encuentre en familia, encuentre el amor y la fidelidad que Él nos da en cada
instante de nuestra vida. El problema es que estamos tan acostumbrados, tan
acomodados, que todos los años repetimos de forma casi idéntica lo mismo y no
somos conscientes de que realmente tenemos que dar un giro a nuestra vida, que
en ella realmente se haga presencia el Amor.
Si miramos a nuestro alrededor, paganos y creyentes actuamos
y vivimos de la misma forma, en lugar de convivir en paz y armonía, no buscamos
que nuestro mundo sea más un lugar de amor, de vivir de forma más equitativa y
ecológica, un espacio donde realmente el ser humano viva purificado por esa
agua que limpia, que sana, que vivifica, que alimenta el cuerpo y el espíritu.
Ese es el verdadero Bautismo, el que nos hace sentirnos hijos de Dios. Es hora
de mirar nuestro interior, de ahondar, de buscar, de ver nuestra crisis
personal de fe, meditar y salir fortalecidos para poder transformarnos y ser
verdaderos testimonios de Amor de entre los hombres como lo fue Juan el
Bautista. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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