Sara y Agar
Así dice el Señor: Que no se gloríe el sabio en su sabiduría,
ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. ¿Si alguien ha de
gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que Yo soy el Señor, que
actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me
agrada?
Afirma el Señor-
Jeremías 9:23-24
¿Cuánto has logrado comprender acerca del trato de Dios al
hombre?
¿Has comprendido que él ama a su creación y lo que más le
agrada es tratar a cada uno de sus hijos con derecho, justicia y bondad?
¿Te has dejado influenciar por estas virtudes santa
sí Algunos queremos imitar a Dios y tratamos de ser sabios, justos y
santos? Y olvidamos que Dios tiene otras preciosas virtudes como son
Benignidad y Paciencia.
¿Cuánta benignidad de Dios hay en tu vida? ¿Sabes si
esta virtud del Espíritu Santo está suavizando tu trato con tu prójimo?
Sin benignidad, la sabiduría se vuelve farisaica, la
paciencia en una tolerancia insoportable, la justicia es drástica y
desproporcionada.
Sólo el Espíritu Santo puede armonizar y hacer crecer estas
virtudes esenciales en nuestras vidas.
Benignidad tiene su origen en la palabra griega CHRESTOTES
que significa, tierna preocupación por los demás. Es el deseo genuino del
cristiano por dar un trato tierno a los demás, así como Dios lo hace
con él.
es la gracia o dádiva que impregnan la naturaleza toda,
suavizando todo aquello que pudiera ser brusco o áspero.
Cuando el creyente tiene esta gracia, es evidente su corazón
tierno, la suavidad de sus palabras, un deseo por proteger y ayudar. Es
imposible que este don se falsifique con actitudes hipócritas, a la larga es
notorio que no es más que platillos haciendo ruidos irritantes. La
benignidad es un fruto del Espíritu Santo, y la meta de todo creyente debe ser
recibir esta misericordia divina para ser canal de bondad.
Dios le había dado una promesa a Abram, él sería padre de
multitudes, en su bondad había escogido a su familia por gracia para hacer de
ellos una gran nación. Pero el tiempo transcurría y cada vez se hacía más
insoportable para Saray seguir esperando por el cumplimiento de dicha promesa.
¿Llegó el momento en que ella decidió ayudar a Dios, como
bondadosa? ayuda idónea? propició que su
esclava sea el instrumento para que esta promesa se haga por fin
realidad. Entregó su esclava como mujer para su esposo y logró lo que
esperaba. Agar concibió a Ismael, pero otra vez impulsiva e injusta,
le echó la culpa a su esposo por su afrenta, después maltrató tanto a su sierva
que ella terminó huyendo.
¡Detente querida hermana! ¡Los problemas divinos no caben en
las pequeñas manos de una mujer!
Agar fue expulsada junto con su pequeño hijo, hambrienta y
sola, anduvo errante, llorando desconsoladamente, tomó una amarga decisión,
puso al pequeño debajo de un arbusto, tenía tanto miedo verlo morir, se puso de
rodillas y no muy lejos de allí se sentó a esperar por el terrible fin.
Entonces, en medio del llanto de la madre y su hijo
abandonados, Dios que es benigno, escuchó el sollozo de sus hijos le abrió los
ojos a Agar y ella vio el pozo de agua. Mucho antes que Jesús se sentara
al lado de un pozo para hablar a la mujer samaritana, Dios el Padre le abrió
los ojos a otra mujer sedienta y le dio de beber del agua de vida.
¿Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el
derecho y la justicia, el amor y la benignidad, te daré como dote mi fidelidad,
y entonces conocerás al Señor? Oseas 2:19-20
La historia de Agar e Ismael es conmovedora. El corazón
de la esclava egipcia estaba despedazado, se aisló en una oscura esquina para
no ver el sufrimiento de su muchacho, pero Dios mostró su benignidad, él
refrescó y restauró a la madre y al hijo, tomó el lugar del padre. Su
corazón no pudo permanecer inconmovible, él respondió inmediatamente con indulgencia.
Si todos los cristianos pondríamos en práctica esta gracia de
Dios nos preocuparíamos sinceramente por los demás, nadie se sentiría
desamparado en nuestras Iglesias grandes, La benignidad estaría suavizando
todas las relaciones. Habría ternura en cada gesto, suavidad en cada
expresión. Empieza a poner en práctica tú esta gracia de Dios, se benigna con
todos. Así como la crítica se opone a la Paciencia, la benignidad no
convive con la intolerancia. NO puedes decir que eres cristiano y no ser
paciente, no puedes afirmar que eres creyente y ser intolerante.
Sara fue la mujer de la promesa, pero le faltó
Benignidad. Olvida las quejas, deja de mirar las injusticias, Dios es
benigno, IMITALO.
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