La Llave Para el Éxito dada por Dios a Josué
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien.” Josué 1:7-8
Después de la muerte de Moisés, Josué era el candidato
elegido por Dios para entrar al pueblo de Israel a heredar la tierra que Dios
les había dado por herencia. Ésta encomienda era un gran reto para Josué.
Dirigir al pueblo para entrar en posesión de lo que Dios les había dado no era
tarea fácil, por el contrario, era un desafío difícil, pues estas tierras
estaban habitadas por otros pueblos y ellos tendrían que echarlos fuera.
Quizás Josué se sentía intimidado, quizás pensaba que esta
tarea era un gran compromiso, quizás en su mente venía la pregunta: ¿poder
cumplir con esta responsabilidad? Dios que conoce los corazones vino hablar con
él y le dio la llave para tener éxito en su trabajo.
Si ponemos atención, lo primero que Dios le dijo fue:
“esfuérzate y se muy valiente.” Este requerimiento de Dios de ser valiente y
esforzado no era para pelear como guerrero, pues estando con Moisés Josué había
probado ser un valeroso soldado; más bien era un requerimiento para guardar,
para estar firme, en los mandamientos que Dios les había dado por medio de Moisés.
Es muy fácil para el hombre deslizarse y apartarse de los
mandamientos de Dios. Hay que ser muy valiente y esforzado para decir ¡no! al
impulso de seguir corriendo tras las distracciones que el mundo ofrece. Hay que
ser muy valiente y esforzado para proponerse en su corazón como Daniel, el no
contaminarse. Hay que ser muy valiente y esforzado para no dejar que la
posición de liderazgo, las victorias que puedas obtener, y la popularidad, te
corrompan el corazón y te llenen de orgullo.
Esta fuerza interior, esta valentía solo vienen al meditar en
los mandamientos de Dios. Y es aquí donde entramos al segundo requerimiento que
Dios le da a Josué para tener éxito en su trabajo. Vemos que Dios le dice: “que
medite en la Palabra de día y de noche.” Meditar es hablar en voz baja, es
repetir una y otra vez las promesas hasta memorizarlas. Por esto dice: “Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él…” es murmurando en voz tenue sus promesas, repitiéndolas y
pensando en lo que dice, que encontramos fuerza y valor para enfrentar las
vicisitudes que se nos presenten en el camino. Es meditando en su Palabra que
podemos ser valientes y esforzados para poder guardar los mandamientos del
Señor. Y es meditando en La Palabra de Dios que haremos prosperar nuestro
camino y todo lo que hagamos nos saldrá bien.
Muchos creyentes piensan que la bendición, y la prosperidad,
vienen de una manera automática, sin ninguna condición. Pero si vamos a la
Palabra de Dios y la estudiamos nos damos cuenta que toda bendición está
condicionada a la obediencia.
Dios nos ha dado tremendas promesas de prosperidad, sanidad,
y liberación, pero no podremos entrar a poseerla si no obedecemos el
mandamiento. La llave para tu bendición es la misma que Dios le dijo a Josué:
se valiente y esfuérzate en guardar la Palabra de Dios, medita en ella de día y
de noche, porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
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