EXTIENDE TU MANO. PARTE 1
” Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa,
he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron
juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Cuando vieron esto los
fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los
publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen
necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos,
sino a pecadores, al arrepentimiento. “, Mateo 9:10-13
Cuando andamos en pecado, Jesús no está de acuerdo con esa
conducta, pero esto no quiere decir que no está dispuesto a ayudarnos, a
perdonar nuestro pecado y a corregirla. Cristo no participa ni apoya nuestras
acciones pecaminosas, pero anhela tener una relación de amor con nosotros, para
que nos apartemos del pecado.
Esta bondad, paciencia y misericordia que Cristo nos muestra
es para guiarnos al arrepentimiento (Romanos 2:4), para que no nos quedemos en
el error y no suframos consecuencias terribles que marchitan nuestra vida.
Por esto vino y tendió la mano a pecadores, a los que eran
rechazados en una sociedad religiosa porque no podían cumplir las obras que
demandaba la ley para tener acceso a un estatus de supuesta “limpieza
espiritual” o acceso a Dios mediante ritos y sacrificios.
Hoy también tiende su mano a cada uno de nosotros, para que
yendo a Él tengamos la fuerza de apartarnos completamente del pecado y
experimentar una vida en santidad no por rituales externos, sino por lo que el
Salvador vino a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10). Confiemos en Él,
tomemos su mano y no desperdiciemos la oportunidad de tener la vida eterna. Oración.
"Señor gracias por extender tu mano hacia mí, por
perdonar mis pecados y darme una nueva vida. Amén" Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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