Santiago 1:19
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para
oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la
justicia de Dios.
Listos para escuchar y lentos para hablar o enojarse.
Generalmente hacemos todo lo contrario. Siempre quieres exponer tu punto
primero y convencer a los demás de que estás en lo correcto.
Imagina por un momento al congreso de un país totalmente en
silencio, escuchando al orador y poniendo atención a cada palabra que dice.
Imagina un maestro escuchando a sus alumnos con atención; a un padre escuchando
a sus hijos; a un jefe escuchando a sus subordinados; a un hijo escuchando a su
padre; a un subordinado escuchando a su jefe. ¿Por qué es tan complicado
escuchar? ¿Por qué se facilita tanto hablar y se dificulta el escuchar? ¿Te has
topado con personas que solamente hablan y hablan y no te dejan decir nada?
¿Has estado en discusiones donde no se pueden dar opiniones ni puntos de vista?
¡Cuántas discusiones y cuántos problemas se evitarían si tan solo siguiéramos
este principio! ¿Cuántas personas quieren una mejor comunicación con los demás?
Aprende a escuchar. Aprende a callar. Aprende a controlar
tus impulsos.
La comunicación no es fácil entre personas.
Listo para oír no significa estar tranquilos y pretender
escuchar. Hay muchas personas que escuchan lo que se dice, pero en ningún
momento tratan de “procesar” la información recibida para poderla comparar con
la que ellos tienen. En consecuencia, simplemente le estás hablando a una
pared. El estar pronto para oír significa una actitud continua. Requiere de tu
entrega y sobre todo que dejes de pensar en ti y pienses primero en lo que
Jesús quiere que hagas para posteriormente poder escuchar a tu prójimo. Es
hacer a un lado el egocentrismo, dejar de pensar en lo que quieres, en lo que
piensas que debería ser, en lo que deseas corregir. Pronto para oír no
significa dejar de exponer tu punto de vista. Parafraseando el versículo
Santiago dice algo así: ten cuidado con tus actitudes, es importante que pongas
atención en tu forma de reaccionar cuando las personas no están de acuerdo
contigo. Cuando alguien hable, escúchalo, trata de entender su postura,
entiende su situación y punto de vista. No te impacientes por contestar y
debatir sobre los desacuerdos. Habla con calma, habla en el amor de Cristo.
Recuerda, ten cuidado de que la ira y el enojo no se apoderen de lo que dices o
haces. Es muy fácil que te pase así que pon atención.
La clave para poder llevar a cabo esto está en Cristo. Debes
reconocer que tú no puedes dominar tu ira, tus enojos, tus corajes. Entender
que solamente Dios, a través del Espíritu Santo puede hacer esa transformación
en ti. Pídelo al Señor y experimenta los cambios que realiza en aquellos que le
entregan su vida.
Oración
Padre: te pido perdón porque no he sabido escuchar ni
tampoco controlar mi ira y enojos. Hoy quiero ser diferente y reconozco que yo
no puedo hacerlo. Te pido que controles mi ira, controles mis palabras y pongas
en mi paciencia para escuchar a mi prójimo. Permite que recuerde siempre estos
versículos para tener una actitud pronta a escuchar y lenta para la ira. Te lo
pido en el nombre de Jesús
Amén
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