Una
conciencia limpia
¿Cuánto más
la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo
sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?
Hebreos
9:14
Nuestra
seguridad en Cristo resulta de "la aspiración de una buena conciencia
hacia Dios" (1 P. 3:21). La palabra griega para "aspiración" se
refiere a un compromiso, en este caso estando de acuerdo en cumplir ciertas
buenas condiciones exigidas por Dios antes de ser puesto en el arca de
seguridad (Cristo).
A las
personas no regeneradas las condenan su conciencia. Alguien que pide a Dios una
buena conciencia está hastiado de su pecado y desea ser liberado de la carga de
culpabilidad que lleva. Tiene un temor agobiante del juicio venidero y sabe que
solo Dios puede librarlo. Él desea la limpieza que se efectúa mediante la
sangre de Cristo (cp. He. 10:22). Así que se arrepiente de su pecado y pide
perdón.
Cuando
Cristo sufrió en la cruz, el infierno lanzó toda su furia contra Él, y los
impíos desahogaron su odio contra Él. Pero a través de ese sufrimiento Él
sirvió como arca de seguridad para los redimidos de todas las épocas. Y como
triunfalmente dio salvación mediante su sufrimiento, estamos seguros en Él.
Reinado
soberano
Habiendo
subido [Cristo] al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos
ángeles, autoridades y potestades.
1 Pedro
3:22
En todo el
Antiguo como en el Nuevo Testamento, a la diestra de Dios se presenta como el
lugar de preeminencia, poder y autoridad por toda la eternidad. Ese es el lugar
adonde fue Jesucristo cuando hubo realizado su obra en la cruz, y allí es donde
gobierna hoy.
Romanos
8:34 dice: "Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el
que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros". Su posición a la diestra de Dios le da autoridad sobre todas
las cosas creadas.
Cristo
asumió su posición de supremacía después que "ángeles, autoridades y
potestades" se habían sujeto a Él (1 P. 3:22), es decir, cuando Cristo
declaró su triunfo a los demonios encarcelados. La cruz y la resurrección
fueron los que sometieron a Él a las huestes angelicales. Cuando ascendió al
cielo, asumió su debida posición y reina soberano sobre todos.
Nos
lleva en triunfo
A Dios
gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de
nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
2 Corintios
2:14
Hay muchas
posibilidades que surgen del sufrimiento injusto por el nombre de Cristo. Dios
pudiera usar el sufrimiento de usted para guiar a alguien a Cristo. Pudiera
usarlo para ayudarlo a triunfar sobre la persecución demoníaca, o pudiera hacer
que otros vean la actitud de usted ante la persecución y reaccionen de la misma
manera.
Cualquiera
que sea el triunfo de su sufrimiento, puede estar seguro de una cosa: Si usted
sufre por el nombre de Cristo, Dios lo levantará y exaltará a su presencia
misma. Cristo siempre nos hará triunfar aunque suframos injustamente. No
menosprecie la potencialidad del sufrimiento injusto por el nombre de Cristo.
¡Así que soporte cualquier sufrimiento que se le presente teniendo en cuenta su
triunfo venidero en Cristo!
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