lunes, 7 de septiembre de 2020

La paga del pecado y la dádiva de Dios

 


La paga del pecado y la dádiva de Dios

“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6:23

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracias sois salvos).” Efesios 2:4-5

Desde el principio, Dios estableció que la paga del pecado era la muerte: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17). “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12)

La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro, por ello, dice la palabra de Dios: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22) “Para que, así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Romanos 5:21)

Dios, en su misericordia que es desde siempre y para siempre, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” (Efesios 1:7) “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2: 1-3)

Redimidos de nuestros pecados, adoptados como Hijos de Dios por la gracia que es en Cristo Jesús; llamados estamos a vivir como Hijos de Dios con el temor de Dios en nuestro corazón, obedeciendo a la voz de su palabra, honrando y glorificando su nombre en todos los tiempos, momentos y circunstancias de nuestra vida; guiados y sustentados por su Santo Espíritu que mora en nosotros.  Oración.

«Amado Padre, Dios Todopoderoso y Eterno, en el nombre de Jesús Cristo de Nazareth te damos gracias porque, por tu gran amor para con nosotros, enviaste a tu Hijo unigénito a ofrecer su vida y derramar su sangre para librarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte. Gracias Padre amantísimo porque por el sacrificio, muerte y resurrección de tu Hijo amado nos has dado vida y vida en abundancia, la vida eterna. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 6 de septiembre de 2020

Generosidad y Prosperidad.

 


“Generosidad y Prosperidad. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.” Proverbios 11:25

“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de Mosto.” Proverbios 3:9-10

Entendiendo la Generosidad como la propensión del ánimo a anteponer el honor, el respeto, la honestidad, la pureza, la honra y la estimación a la utilidad y al interés personal; al igual que largueza y liberalidad ante la necesidad del prójimo; explica el porqué de este proverbio: “El alma generosa será prosperada” (Proverbios 11:25a) Porque es una virtud que practicada con amor engrandece, prospera, fortalece el alma de quien la practica.

“El que saciare, él también será saciado.” Satisfacer con amor la necesidad de quien la sufre tiene una recompensa para el que lo hace, escrito está: “Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. (Lucas 6:38)

Dios también prueba nuestra generosidad para con Él al decirnos: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de Mosto.” (Proverbios 3:9-10) Este mandato se confirma en Malaquías 3:10: “Traed los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Al respecto del cumplimiento de este mandato, que a pesar de que es un mandato con una promesa de retribución muy grande, el Señor que sabe lo que cuesta cumplirlo al creyente porque no entiende que quien lo manda, no necesita de ello y, por otra parte, que nosotros no podemos dar nada a Dios si Él no nos lo da primero. Al respecto al no cumplir con este mandato dice el Señor: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.” (Malaquías 3:8)

Como creyentes debemos tener muy claro que, nuestra responsabilidad ante el Señor llega hasta depositar nuestros diezmos en el alfolí, lo que acontezca con la administración de ellos, es responsabilidad ante Dios de quien los administra; porque muchas veces esto se toma como excusa para no hacerlo y con ello, por un lado, incumplimos ante El Señor y, por otro, nos perdemos las promesas que su cumplimiento conlleva.   Generosidad y Prosperidad

Oración.

«Amado Dios, Padre Todopoderoso y Eterno, tu misericordia es desde siempre y para siempre y alcanza y sobreabunda para todos, gracias te damos Señor por tanta generosidad con que nos has sustentado, nos sustentas y nos sustentarás todos los días de esta vida que en tu amor y en tu misericordia nos permites vivir. Aún en los momentos más terribles de nuestra vida, cuando creemos que ya no hay esperanza, tu brazo siempre estará extendido para bendecirnos, sustentarnos, socorrernos y levantarnos. Gracias amado Dios por todo lo que has hecho, por lo que haces y por todo lo que harás. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 5 de septiembre de 2020

 


La prueba y la salida

“Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas.” Jeremías 9:21

“Habla: Así ha dicho Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.” Jeremías 9:22

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14

El mundo y todos los habitantes de la tierra estamos viviendo momentos de terrible incertidumbre acerca de lo que acontecerá durante lo que resta de esta pandemia y de lo que será la vida en el mundo después de ella. Confinamiento, muerte, depresión, angustia, desesperación, lucha, esfuerzo, pérdidas, desempleo, hambre, ira, violencia, amor, emprendimiento, renovación y tantos otros pensamientos, sentimientos y cosas que inquietan el espíritu, el alma y el cuerpo.

Como dice la Palabra, la muerte ha subido por nuestras ventanas, no ha discernido entre niños, jóvenes y viejos; ciudades y países donde los hombres muertos han caído como estiércol, como manojo tras el segador y no ha habido quién los recoja. Y respecto a la causa de esta calamidad dice el Señor: “¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿Y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella;” (Jeremías 9:12-13)

Pero Dios, nuestro Dios, que es tardo para la ira y grande en misericordia, nos dice, a quienes tememos e invocamos su Santo, Santo, Santo nombre, lo que debemos hacer para que nuestra tierra sea sanada: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14) Oración.

«Padre, Señor y Dios nuestro, tú llamas a tu pueblo, sobre el cual tu nombre es invocado, para orar y buscar tu rostro, para convertirse de sus malos caminos y así tú los oigas desde los cielos, perdones sus pecados y sanes su tierra. Hoy Padre amado, escuchamos tu llamado, clamamos a ti, buscamos tu rostro y misericordia para que teniendo compasión de nosotros y de todo el mundo azotado por esta pandemia, nos tengas compasión, perdones nuestros pecados, apartes tu ira y sanes nuestra tierra. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 4 de septiembre de 2020

Altivez y soberbia del hombre

 


Altivez y soberbia del hombre

“La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.” Isaías 2:11

“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” Proverbios 16:18

La altivez y la soberbia, dos sentimientos humanos que se caracterizan por una actitud de superioridad frente a los demás, que provoca un trato distante o despreciativo hacia nuestro prójimo y, estos sentimientos, son parte del carácter de los hombres en los postreros días. Al respecto, el apóstol Pablo escribe: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” (2 Timoteo 3: 1-5)

Pero claramente el Señor nos dice en su palabra que esa altivez del hombre será abatida, es decir, derribada o echada por tierra y que la soberbia del hombre será humillada, cuando el soberbio sea ofendido en su orgullo y honor. “Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos” (Isaías 5:15)

Cuando esos sentimientos de soberbia y altivez pretendan apoderarse de nuestra mente y de nuestro corazón por diferentes circunstancias de la vida como un ascenso en nuestro trabajo; un nombramiento en una posición destacada; un logro profesional; un éxito de negocio o financiero, debemos tener en cuenta que si lo permitimos, escrito está lo que nos acontecerá: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” (Proverbios 16:18). Si esos sentimientos se apoderan de nosotros estamos caminando indefectiblemente al quebrantamiento y la caída. Debemos recordar que “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17)

Por tanto, en los momentos de bendición en nuestra vida, todo el honor, la honra, la gloria, la adoración, la alabanza y el agradecimiento sean para Dios, el todopoderoso y el eterno, grande y misericordioso que, en Cristo Jesús, es quien nos lleva de victoria en victoria.  Oración.

«Padre nuestro que estás en los cielos, solo tú eres digno de toda honra, de toda gloria, de toda adoración y de toda alabanza y ante ti Señor, en el nombre de Jesús, con un corazón contrito y humillado confieso la altivez y la soberbia con la que muchas veces he obrado delante de ti y de mi prójimo. Te ruego me perdones, por eso, humillo todo mi ser y toda mi vida para que inundes de tu perfecto amor mi corazón para vivir en obediencia a ti y solo para honra y gloria de tu santo, santo, santo nombre. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 3 de septiembre de 2020

¿Para qué fuimos escogidos?

 


¿Para qué fuimos escogidos?

“Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.” Hechos 22:14

“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” Isaías 43:7

Dios, que conforme a su Palabra, nos ama con amor eterno; en su omnisciencia, desde antes de la fundación del mundo, nos escogió para ser adoptados como hijos suyos por la gracia que nos daría en Cristo Jesús y, nos permitió nacer y vivir conforme a nuestros pensamientos y deseos hasta el momento en que, en sus tiempos y propósitos perfectos, tocó a las puertas de nuestro corazón e hizo que nosotros no fuéramos rebeldes y recibiéramos a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador personal y, a partir de ese momento, nacimos de nuevo. Cuando el Espíritu Santo comenzó a morar en nosotros, fueron abiertos nuestros ojos y nuestros oídos espirituales, dando inicio a esa obra transformadora en nuestras vidas, pasando de ser como trapos de inmundicia a estar vestidos con vestiduras blancas y relucientes.

Fuimos escogidos por el amor de Dios que sobrepasa todo conocimiento y por la misericordia de Dios que llega hasta los cielos, pero ¿para qué fuimos escogidos? En Hechos 22:14 nos responde: “te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.” Escogidos para conocer su voluntad y, ¿cuál es su voluntad? Que seamos instrumentos escogidos para ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que Jesús nos ha enseñado; con la confianza de que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Hechos 9:15; Mateo 28:19-20). También nos escogió, para que veamos al justo y, para eso debemos hacer lo que Dios le dice a Pablo en Hechos 26:16: “Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que me apareceré a ti,” la fe nos lleva a vivir nuestra vida y a obrar “como viendo al invisible” (Hebreos 11:27). Asimismo, nos escogió para que oigamos la voz de su boca y el oír su voz es parte del Primero y Principal Mandamiento que nos dio Jesús: veamos Marcos 12:29 “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel;” y esto obedece a una razón fundamental en nuestra relación con Dios la cual encontramos en Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Y porque sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es galardonador de los que le buscan (hebreos 11:6).

Otra razón por la que nos ha escogido, está en Isaías 43:7b “Para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” Escogidos para glorificar su santo nombre, oyendo su voz, haciendo su voluntad y andando como viendo al invisible. Cada quien en su corazón puede evaluar con humildad y sinceridad si ante el Señor está viviendo conforme a lo que Él espera de sus escogidos y, si no, es el momento de enderezar los caminos y las sendas. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.  Oración.

«Padre nuestro que estás en los cielos, honor, honra y gloria para ti, gracias te damos en el nombre de Jesús por ese don inmerecido de ser escogidos desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados como hijos tuyos, por la gracia que nos ha sido dada en Cristo Jesús. Padre amado, esa gracia de ser escogidos, llamados y adoptados como hijos del omnipotente, omnipresente y omnisciente Dios, nos compromete a vivir como sus hijos, en obediencia a Él a ser santos, porque Él es santo y, sabemos que en nuestras propias fuerzas no podemos lograrlo, por ello te pedimos que nos llenes con tu Santo Espíritu y guíes nuestros pasos y guíes nuestro corazón para vivir en obediencia a ti con el temor de Dios en nuestro corazón, para honra y gloria de tu Santo Nombre. Amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 2 de septiembre de 2020

Yo me rindo

 


Yo me rindo

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Génesis 1:1

“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.” Apocalipsis 22:13

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos;” Hechos 17:28

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”, Romanos 11:36

Todo lo que Dios quiere que el ser humano conozca de Él, nos lo revela por su Santo Espíritu a través de las sagradas escrituras, de tal modo, que entre más oigamos y escudriñemos las sagradas escrituras, más revelación recibiremos acerca de quién es Él, por eso en Isaías 28:13 nos dice: “La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos.” El conocimiento y entendimiento de la Palabra de Dios, al ser revelada a nosotros por su Santo Espíritu nos lleva a un nivel espiritual en el que caemos de espaldas, somos quebrantados, enlazados y presos; abrumados por el conocimiento de ese Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente del que sólo de oídas habíamos oído y que ahora se nos revela en la verdadera dimensión de su magnificencia y poder.

La primera revelación que nos hace acerca de sí mismo la encontramos en Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” la cual se complementa con Apocalipsis 22:13: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.” Observemos que en Génesis nos dice que “En el principio” creó Dios los cielos y la tierra y en Apocalipsis nos dice que “Yo soy el alfa y la omega, “el Principio” y el fin…”, por tanto, con ello nos revela que Dios creó los cielos y la tierra en sí mismo, es decir, los cielos y la tierra están contenidos en la inmensidad de Dios.

En Hechos 17: 28a nos dice: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos;” esto es solo una consecuencia natural de lo anterior porque si los cielos y la tierra fueron creados y están contenidos en la inmensidad de Dios; nosotros, criaturas terrenales, en él vivimos, nos movemos y somos; estamos bajo su absoluto control; nuestro vivir, nuestro quehacer y nuestro ser están bajo su soberanía.

En Romanos 11:36 nos dice “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.” Si toda la creación en Él existe y si en Él vivimos, y nos movemos y somos, es apenas lógico que todo lo que existe y todo lo que acontezca con ello es de Él, por Él, y para Él. Por ello el Salmista dice en Salmos 135:6: “Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.”

Ante tanta grandeza, magnificencia, poder y dominio de nuestro Dios soberano y perfecto ¿qué nos queda por hacer a nosotros humildes criaturas de Dios, que somos, como sombra que pasa, como la neblina, como el humo? ¡RENDIRNOS! Ante ese Dios tan grande y tan maravilloso que, siendo quien es, en su amor y en su misericordia nos ama con un amor que sobrepasa todo conocimiento.

¡YO ME RINDO! ¿Y USTED?    Oración.

«Padre, Señor y Dios nuestro, te doy gracias por haberme hecho nacer de nuevo en Cristo Jesús y por abrir mis ojos y oídos espirituales para conocer y entender tu amor que sobrepasa todo conocimiento, tu magnificencia y poder, que se revelan en toda la creación, y en tu palabra que nos es revelada por tu Santo Espíritu que mora en nosotros. Es tan grande y tan maravillosa la revelación de lo que tú eres, mi señor y mi Dios, que lo más sabio que puedo hacer en mi vida es rendirme a ti Señor, por eso en espíritu y en verdad rindo a ti todo mi ser, toda mi vida. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 1 de septiembre de 2020

Una fe auténtica. Parte 2

 


Una fe auténtica. Parte 2

“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” Juan 20:27

“así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:11

Jesús dijo que iba a morir en la cruz por nuestros pecados y así ocurrió, dijo que iba a resucitar al tercer día, y así ocurrió, prometió su Santo Espíritu a todos los que creyeran en Él, y así lo hizo, de lo cual somos millones de testigos, en el siglo presente, que disfrutamos de esta promesa morando en nuestro corazón.

Así que, confiemos plenamente en lo que Dios es, en lo que dice y en lo que Él puede hacer en nuestra vida, pues por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (hebreos 11:3).

Su Palabra entonces, hace en nosotros aquello para lo cual Dios la envió (Isaías 55:11), hace una nueva creación en nuestro interior, coloca orden al caos de nuestra conciencia y nos da vida espiritual, para que tengamos una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros (1 Pedro 1:3-4).

Por lo anterior, viendo lo que hace la fe en nosotros, desechemos toda incredulidad, acerquémonos a la fe auténtica de Jesucristo, para disfrutar de toda esta herencia y recompensa que tenemos en Él.  Oración.

«Padre, sé que en Cristo tengo herencia incorruptible y recompensas eternas, ayúdame a poner mi mirada en lo celestial, no en lo temporal y efímero del mundo.

Por medio de tu Palabra, hazme nacer de nuevo, para disfrutar de todo tu amor y majestad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 31 de agosto de 2020

Una fe auténtica. Parte 1

 


Una fe auténtica. Parte 1

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6

La fe no tiene nada que ver con la superstición, pues la fe cristiana, se fundamenta en un hecho innegable, en la resurrección de Cristo, pues si el Señor no se hubiera levantado de los muertos, nuestra fe no tendría sentido (1 Corintios 15:14).

La fe, va más allá de un simple razonamiento humano, o de una comprobación experimental materialista, pues es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver (hebreos 11:1), y estas cosas que esperamos, son las que Dios dice en su Palabra.

Es decir, al final aquello que no vemos, pero que esperamos pacientemente, se convierte en un hecho, en una realidad que impacta nuestro presente, nos da paz, amor, bendiciones espirituales y como añadidura, provisión para nuestras necesidades materiales (Mateo 6:33). La fe trasciende a nuestro futuro, pues nos coloca en la eternidad con Dios (2 Corintios 4:18), como nos dice la escritura de manera impactante, acerca del resultado de nuestra fe en Cristo: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,” (Efesios 2:6).

Ahora que vemos que la fe auténtica, trasciende más allá de lo material o temporal, ¡cómo no fijar nuestra mirada en el iniciador y perfeccionador de la fe, en Cristo Jesús! (hebreos 12:2).   Oración.

«Señor Jesús, gracias a ti tengo una esperanza que no falla, una certeza que no flaquea, una convicción permanente en que mi porvenir depende de ti, es eterno y lleno de bendición; por tu sangre preciosa, me has hecho sentar contigo, en los lugares celestiales. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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