Poderte ver
“Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más
lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros,
porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con
ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo
bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le
reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro:
¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a
Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que
decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces
ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le
habían reconocido al partir el pan.” Lucas 24:28-35
Hemos visto y escuchado a lo largo de nuestra vida acerca de
Jesús, el Hijo y enviado de Dios, aquel que predijo e hizo muchas obras
milagrosas, el que también no habiendo hecho ningún mal fue entregado por los
principales sacerdotes y gobernadores de ese tiempo para ser crucificado,
sabemos así mismo que murió, pero que al tercer día resucitó. Es a grandes
rasgos lo que se nos cuenta y recuerda cada año durante la Semana Santa.
La crucifixión y muerte de Jesús es un hecho que por su misma
naturaleza a muchos les causa gran tristeza, y queriendo tener un poco de
empatía, sentido pésame o respeto por lo sucedido, optan estos días por
abstenerse de algunas prácticas, comportamientos o alimentos; sin embargo,
estas cosas teniendo cierta apariencia de sabiduría, piedad o humildad lo que
realmente dejan ver es el estado de ceguera espiritual o dureza de corazón en
el que se encuentran estas personas, tal y como se los dijo el Señor a los
discípulos que iban camino a Emaús (Lucas 24:13-27).
Querido lector u oyente, si realmente te conmociona la vida y
obra del Señor, te invito para que, al igual que los discípulos de Emaús,
dispongas tu corazón para estar un tiempo con el Señor, aprovecha estos días
donde por diferentes medios se nos predica la Palabra de Dios que da testimonio
acerca de Jesús, y confía en que Él abrirá tus ojos espirituales permitiéndote
ver realmente el poder e impacto que tiene en tu vida su crucifixión, muerte y
resurrección. No se te haga raro que tu corazón, como el de los discípulos,
arda dentro de ti al conocerle personalmente y ser lleno de un inexplicable e
inigualable gozo, amor, paz, y propósito.
Oración.
«Padre Celestial, en este día te doy muchísimas gracias por
el privilegio y el regalo de conocerte personalmente a través de tu Palabra y
tu Hijo Jesucristo. Te ruego que en este tiempo nos des la oportunidad de
conocerte más profundamente; bendice con espíritu de sabiduría y de revelación
a aquellos que aún no te conocen personalmente y sé tú glorificándote en
nuestros corazones, por Jesucristo, tu amado Hijo, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario