La gracia de Dios en la cotidianidad
“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda
gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra;” 2 Corintios 9:8
Como creyentes, la gracia de Dios nos cubre en todos los
aspectos de nuestra vida, hemos sido salvos por gracia, somos perdonados por
gracia, se nos conceden dones por gracia, y somos aptos para toda buena obra
también por gracia. La gracia de Dios, como sabemos, es ese regalo, favor o
bondad de Dios que recibimos de manera inmerecida gracias a la obra de nuestro
Señor Jesucristo. Pero es una gracia que como lo expresa Tito 2:11-12, estamos
llamados a reflejar en nuestra cotidianidad, “Porque la gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a
la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente,”
Entonces, contrario a nuestra propia sabiduría y a lo que la
sabiduría del mundo enseña, nuestro deber es que demos a otros por gracia lo
que hemos recibido de gracia. La Palabra de Dios, por ejemplo, en Efesios 4:32
dice “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Muchas veces
nosotros no perdonamos a nuestro prójimo porque no nos ha pedido perdón, porque
no ha cambiado su conducta y porque según nosotros, no se lo merece, pero es
esa justamente la manera de pensar que debemos renovar, cambiando nuestros
pensamientos por los pensamientos de Dios, para que apropiándonos de su verdad,
primeramente experimentemos de manera real ese perdón que se nos ha concedido
por la gracia de Cristo y así de la misma manera perdonemos a los demás como
Dios a nosotros en Cristo.
De manera que, queridos hermanos, es este un llamado para
que, como dice 2 Pedro 3:18, crezcamos en la gracia y el conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pues solamente su verdad, siendo revelada
y hecha realidad en nosotros por el Espíritu Santo, nos transformará y
fortalecerá para que así como Dios ha hecho con nosotros, nosotros en nuestra
cotidianidad también hagamos con los demás, pues el propósito de Dios al hacer
que abunde en nosotros toda gracia, es que así mismo nosotros demos a los demás
por gracia. Oración.
«Padre, gracias por todo el favor inmerecido del que me has
llenado por medio de Cristo; en este día te pido que cada vez me hagas más
entendido acerca de todo el favor que por Cristo he recibido, para que
conociendo lo que me has dado de gracia, pueda yo también darlo a los demás por
gracia, amén.
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