“y dijo: Si oyeres atentamente
la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.” Éxodo 15:26
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.” Isaías 53:4-5
La Escritura de manera literal, como en Éxodo 15:26 expone a
Dios como nuestro sanador. A lo largo de toda la Biblia encontramos muchas y
diferentes historias de personas que fueron sanadas de manera instantánea y
milagrosa, desde lepras hasta resurrecciones (Números 12:9-16, 1 Reyes
17:17-24). Lo asombroso del tema es que hoy en día tales sanidades y milagros
pueden seguir ocurriendo, pues las enfermedades no paran y el Dios sanador de
años atrás sigue siendo poderoso y misericordioso con la presente humanidad.
Una historia que llama mucho la atención, y que es de ejemplo
e ilustración para nosotros hoy, es la que se encuentra en Números 21:4-9, en
ella podemos ver que el pueblo de Israel por murmurar contra Dios y su siervo
Moisés fueron llenos de serpientes que los mordían provocándoles la muerte; sin
embargo, arrepentidos luego, piden a Moisés que ore por ellos, y orando Moisés
a Dios, el Señor le dice que se haga una serpiente ardiente y la ponga sobre un
asta, de manera que cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, viviría.
Lo significativo de esta historia es que el Señor Jesús en su
conversación con Nicodemo registrada en Juan 3:14-15 le dice “Y como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre
sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.” En efecto, Isaías 53:4-5 revela que Jesús en la cruz, llevó todas
nuestras enfermedades, dolores, pecados y rebeliones.
Hermanos, no hay nada que impida que la misericordia y la
gloria de Dios se vea manifestada en nuestra vida, sólo nos es necesario tener
fe, para que orando y creyendo, nuestra sanidad por la llaga de Jesús, estemos
viendo. El Señor es nuestro Sanador
Oración.
«Gracias Señor, porque eres mi Sanador; eres el que perdona
todos mis pecados y sana todas mis dolencias, el que me corona de favores y
misericordias, el que sacia de bien mi boca de modo que me rejuvenezca como el
águila. Padre, si no es tu voluntad sanarme de manera inmediata, te pido y
desde ya te doy gracias por guiarme hacia el lugar y las personas que me
ayudarán sabía y eficientemente con mis medicamentos y mi tratamiento; toda la
gloria y la honra para ti, mi Dios, por Jesucristo mi Señor y Salvador, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario