¿TODA AUTORIDAD ES PUESTA POR DIOS?
Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque
no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.
Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha
opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación. Romanos
13:1-2
Pasajes tan incomodos como este, nos llevan de inmediato a
preguntarnos: ¿esto incluye al jefe que tengo, aunque sea un impío y un
incompetente?; ¿aplica para un país cuyo líder fue impuesto a través de un
golpe de estado?; ¿el marido borracho y golpeador ha sido puesto por Dios con
autoridad en su casa? o tal vez ¿tengo que sujetarme a l pastor que no
comprende mi situación y se comporta de una forma que no me gusta?
Desde el origen mismo de la humanidad hemos acariciado el
sueño de “liberarnos” de la autoridad. La serpiente tentó a Eva ofreciéndole la
oportunidad de tomar sus propias decisiones y ser independiente de Dios.
Algunos piensan que ellos no son como Eva y que no tienen ningún problema en
someterse a Dios, e incluso a las autoridades humanas; siempre y cuando éstas
sean suficientemente inteligentes, justas y capaces. Este pensamiento suena muy
lógico, pero el pasaje citado nos dice que toda autoridad ha sido puesta por
Dios, lo cual incluye a las que no nos gustan o consideramos inadecuadas o
injustas. También dice que el sometimiento debe ser ejercido por todos.
El meollo del asunto está en: “no hay autoridad sino de parte
de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Con frecuencia
pensamos que Dios solo ha puesto a las autoridades legítimas y justas, pero no
es lo que la escritura dice:
Faraón fue un gobernante despiadado que explotó a los
israelitas y asesinó niños. Era sumamente terco y arrogante, pero Éxodo y
Romanos declaran: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he
levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado
por toda la tierra”.
Saúl fue un rey desobediente y hasta asesino, pero Dios dice
claramente en 1 Samuel 15:11 que fue Él y no los israelitas, quien puso a Saúl
como Rey. “Me pesa haber puesto por rey a Saúl…”
Dios explícitamente llamó a Nabucodonosor, “mi siervo”.
(Jeremías 25:9). Este rey fue un impío que hizo mucho mal al pueblo de Israel;
pero fue Dios quien lo puso ahí para cumplir sus designios.
Jesús le declaró a Pilato, el cual no era ningún santo, lo
siguiente: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de
arriba…”
Así que no son las malas decisiones de la democracia, ni los errores
personales quienes nos han llevado a estar bajo ciertas autoridades. Es Dios
quien ha puesto todas y cada una de ellas sobre nuestra vida.
Un segundo argumento que algunos esgrimen para no someterse,
es que con frecuencia las autoridades hacen peticiones poco razonables. Eso
también suena muy lógico para quienes hemos comido del árbol del conocimiento
del bien y del mal, pero resulta que Dios mismo hace
solicitudes “ilógicas”.
Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac. ese
hijo tan esperado y sobre quien pesaban tantas promesas.
En Génesis 16 Dios le ordena a Agar que se someta a Sara,
quien había sido injusta y dura con su sierva.
Dios le ordenó al pueblo de Israel que rodeara
Jericó durante 7 días. ¿Suena razonable?
Felipe estaba teniendo un éxito tremendo en Samaria, pero en
Hechos 8 leemos que Dios le ordenó que dejara eso y se dirigiera a un camino en
el desierto.
Aunque no debemos obedecer una orden que vaya directamente en
contra de la Palabra, Dios siempre demanda sumisión hacia las autoridades que
Él ha puesto. El ejemplo de David en este sentido es impresionante. Saúl había
sido elegido por Dios, pero su desobediencia reiterada hizo que la presencia de
Dios se alejara de él y que fuera atormentado por demonios. Su locura lo llevó
a intentar asesinar a David una y otra vez. Por su parte, David tuvo dos
oportunidades claras de vengarse, pero no lo hizo porque sabía que Saúl era “El
ungido de Jehová”.
¿Estamos haciendo nosotros lo mismo con nuestras autoridades?
…exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por
todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en
toda piedad y honestidad 1ª Timoteo 2:1-3.
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