Samuel unge a David.
¿Estás dispuesto a pagar el precio?
La mayoría de nosotros queremos ver en nuestra vida grandes
resultados, pero pocos están dispuestos a pagar el precio para ver esos
resultados que tanto anhelamos.
A veces quisiéramos que las cosas fueran tan fáciles como
orar y que dos segundos después nuestra oración haya sido contestada, pero ¿Qué
tal si las cosas no son así de fáciles?, ¿Estamos dispuesto a pagar el precio
para ver esos resultados que tanto queremos ver?
Pensando en esto me remontaba a la historia de David, de cómo
Dios envía a Samuel para ungirlo como próximo rey de Israel. Samuel al ungirlo
lo estaba proclamando como próximo rey, pero había un pequeño inconveniente,
actualmente había un rey, su nombre Saúl, eso quería decir que la promesa hacia
David de ser rey de Israel no iba a ser instantánea, sino que sería todo un
proceso, pero ¿Estaría dispuesto David a pagar ese precio?
Haber, imaginémonos la escena, Samuel llega a casa de Isaí
padre de David, frente a él modelan todos los hijos de Isaí, altos, fornidos,
guerreros, a tal punto que Samuel quedaba impresionado con cada uno que le
presentaban y decía: “¡Seguramente éste es el ungido del SEÑOR!”, más Dios le
respondía: “No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he
rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente
juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón” 1 Samuel 16:7 (Nueva
Traducción Viviente). Pasaron todos y de pronto Samuel pregunta si no había
otro más, entonces Isaí se recuerda de su hijo, aquel joven que andaba pastoreando
las ovejas, ese jovencito que ni su papá lo tomaba en cuenta, porque si así
hubiera sido, ¿Por qué no estaba en la lista de los elegibles?, ¿Por qué tuvo
que mandarlo a llamar?, ni sus hermanos, ni su padre y quizá ni Samuel creían
que de ese joven podría salir un rey mejor que Saúl a quien según dice la
Biblia nadie en Israel lo sobrepasaba de hombros hacia arriba.
Ver llegar a David frente a Samuel, ha de haber sido todo un
acontecimiento para la historia, sin embargo, ese era el que Dios había elegido,
pero ¿Estaría dispuesto David a pagar el precio?
Samuel unge a David sin embargo para que David llegara a
coronarse como rey de Israel tuvieron que pasar aproximadamente entre 14 y 17
años, en los cuales muchos de ellos David anduvo huyendo de Saúl quien quería
matarlo.
Por un momento imaginémonos a un David que fue ungido para
ser rey, elegido por Dios, pero huyendo de Saúl, escribiendo sus mejores Salmos
en medio de cuevas oscuras, montañas desoladas, en medio de gente endeudada,
problemática, en un ambiente totalmente diferente para el que había sido
elegido, ¿Estaría dispuesto a pagar el precio?
En todos estos años que pasaron antes que fuera proclamado
rey, entre persecuciones y ocasiones de muerte, entre panoramas desoladores y
que no tenían nada que ver con lo prometido, vemos a un David leal y confiado
en que Dios cumpliría. David tuvo oportunidad de matar a Saúl antes que este lo
matara a él, sin embargo, tenía un lema: “Nunca le haré daño al rey; él es el
ungido del SEÑOR” 1 Samuel 24:10c (Nueva Traducción Viviente), esa era la frase
que no le permitía hacer nada en contra de Saúl, sin embargo, Saúl sí que
quería matarlo a él.
Sin duda personalmente la historia de David es una de las que
más me emocionan y me ministran, porque me enseña el lado más humano de los
siervos de Dios, ese lado que muchos no quieren demostrar pero que David no
podía ocultar.
Muchos creen que mostrarse perfectos delante de un pueblo es
“santidad”, pero más allá de la apariencia en público, Dios toma en cuenta
nuestra intimidad con Él, esos momentos en donde nadie nos ve, solamente Él,
esos momentos en donde realmente somos, quienes somos, y en donde no podemos
ocultar lo que bien ocultamos a las personas.
Pensar en todo el precio que David tuvo que pagar para que la
promesa de Dios se cumpliera en su vida, me motiva a seguir luchando, me motiva
a querer pagar el precio también.
Quizá Dios te ha prometido a ti cosas hermosas y muchos quizá
las quisieran ver ahora mismo, o dentro de unas horas, días o semanas, pero
¿Qué tal si primero tienes que pagar el precio antes de recibir lo prometido?,
¿Estarías dispuesto a pagar ese precio cueste lo que cueste?
David pago el precio, sin embargo, cada cosa que tuvo que
pasar, cada crisis, cada soledad, cada etapa de anonimato y cada año que pasaba
le sirvió para madurar, le sirvió para forjarse como ese hombre que gobernaría
de una forma única a ese pueblo, cada año antes de llegar al reinado le sirvió
para convertirse en ese hombre de Dios, de carne y hueso, con errores y
defectos, sin embargo, un hombre como Dios mismo lo describo: “Conforme a su
corazón” (1 Samuel 13:14).
Quizá últimamente te has estado desesperando porque lo que
Dios en su momento te prometió no se ve y lo peor es que no hay ni señales que
eso se vaya a cumplir, sin embargo te quiero preguntar: ¿Cuándo Dios te
promedio eso, también aceptaste pagar el precio?, ese precio que a lo mejor
serán años, a lo mejor serán muchos momentos en los que te sentirás solo y
abandonado, quizá persecuciones, comentarios negativos de la gente sobre tu
sueño o tu anhelo, quizá muchos te tiraran lanzas esperando matar tus sueños,
sin embargo a cada una de ellas te escaparas y cada experiencias te ayudara a
forjar el carácter que Dios necesita en ti, para cumplir su promesa en tu vida.
No veas todo desde el punto de vista negativo, al contrario,
acepta cada etapa de tu vida como parte del precio que tienes que pagar para
ver cumplido aquello que tanto anhelas, porque si de algo debes estar seguro es
que DIOS CUMPLIRÁ.
Quizá el precio que tengamos que pagar será muy doloroso y en
ocasiones vamos a querer renunciar, pero NO TE DES POR VENCIDO, ¡Sigue
Luchando! Porque esto no ha terminado, apenas comienza y el resultado que todo
esto te dará, será el más asombroso que jamás pensaste, porque Dios tiene cosas
maravillosas para tu vida.
Harás historia, cuando te decidas a ser valiente y pagar el
precio que haya que pagar por ver cumplido lo que tanto anhelamos, pero termino
con la misma pregunta que comencé:
¿Estás dispuesto a pagar el precio?
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