Romanos 12:17-18
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de
todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz
con todos los hombres.
Parece imposible. Cuando nos hacen algo, nuestra primera
reacción es difícil que sea un pensamiento de bondad hacia ellos. Nos han
lastimado. Han destruido nuestra confianza. Han abusado. Actualmente, el mundo
no pinta un panorama fácil. Me parece que nunca lo ha sido. A veces tenemos
situaciones externas como una crisis o una guerra y en otras ocasiones todos
los problemas se encuentran dentro de nuestra familia. Pienso en una persona
asesinada, en un secuestro o un abuso sexual, situaciones muy difíciles y
devastadoras para los afectados. Unos piden por el mayor castigo posible y los
otros piden por misericordia. Es fácil decidir cuando no somos los afectados.
Pero Dios nos da una instrucción el día de hoy que nos incluye a todos: no
pagues mal por mal sino procura lo bueno y busca siempre estar en paz con todos
los hombres.
¿Quién se beneficia de tener esta actitud?
La verdad es que por la forma en la que crecí y probablemente
tú también, me hace pensar que el beneficiado es aquél que hizo daño y no
recibió ningún castigo por haberlo causado. No es muy fácil entender cómo me
beneficia el regresarle con bien a alguien que me está haciendo mal y mucho
menos buscar la paz, extender mi mano cuando mi contraparte está buscando
lastimarme.
Nos guste o no. Lo entendamos o no. Nosotros somos los que se
benefician de regresar lo bueno cuando recibimos un mal. Somos los primeros en
beneficiarse cuando buscamos constantemente el estar en paz con los demás. La
primera razón es fácil: estamos obedeciendo a Dios y ello siempre trae
bendición a nuestra vida. La segunda resulta de la primera: la obediencia a
Dios nos hace acomodar nuestros principios y prioridades en el orden correcto.
Cuando estamos buscando el reino de Dios por encima de nuestra propia voluntad,
podemos ver con la perspectiva correcta y entender que los planes de Él son
mejores que los nuestros. Pero no todo se queda en la teoría. Piensa en la
cantidad de problemas y males que hay a nuestro alrededor. Piensa en cuánta
gente vive con amarguras y corajes que están arraigados en sus corazones y no
los dejan vivir tranquilos. ¿Cuántas amistades, matrimonios o familias
destrozadas por no perdonar y buscar estar en paz? Pleitos entre hermanos.
Iglesias divididas. Corazones lastimados. Cada vez que preferimos dar rienda
suelta a nuestro enojo y coraje por haber recibido mal, lo único que estamos
haciendo es crear un círculo vicioso que no traerá paz por más que pensemos que
estamos en ese camino. El odio nos come por dentro mientras la paz nos da vida.
sé que no es fácil, pero de lo que estoy convencido es que Dios lo dice por
nuestro propio bien. Pidamos a Él que nos transforme y podamos regresar el mal
con bien y buscar la paz en todo momento.
Señor:
Ayúdame a cambiar pues no hay ganas en mí que quieran
regresar el mal con bien ni paz cuando recibo guerra. Sé que Tú puedes
transformarme y te pido que así sea. Pon amor y paz en mi corazón y quita mis
enojos, rencores y corajes. No permitas que se arraiguen en mí los deseos de
venganza sino que pueda recordar que me pides estar en paz siempre que dependa
de mí. Libérame de estar atado a los deseos de venganza, corajes y enojos. En
Cristo Jesús te lo pido.
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