Sal 59:1-17
59.7, 8 Los hombres viles maldicen a Dios como si no pudiera
escucharlos ni responderles. Pero Dios se ríe de ellos. Los impíos actúan como
si Dios no pudiera verlos y castigarlos. Pero Dios observa con paciencia hasta
el día en el que sus acciones se levanten para acusarlos. Los que somos
creyentes debemos tener cuidado y no seguir esas mismas prácticas necias como
lo hacen los malvados. Debemos recordar que Dios escucha y ve todo lo que
hacemos.
59.10 A David lo perseguían los que convirtieron su amor en celos
y por lo tanto querían matarlo. Sus amigos de confianza, e incluso su hijo, se
volvieron en su contra. ¡Qué amor tan voluble! Sin embargo, David sabía que el
amor de Dios hacia él era inalterable. "Jehová es bueno; para siempre es
su misericordia" (100.5). La misericordia de Dios hacia todos los que
confían en El también es tan permanente como la que tuvo con David. Cuando el
amor de otros se acabe o nos desilusione, podemos descansar en el amor
inalterable de Dios.
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