sábado, 8 de febrero de 2020

El Espíritu de vida

El Espíritu de vida
 “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”., Romanos 8:4-8
Cuando Jesús vino a este mundo y se hizo hombre, le ofreció a Dios una vida de perfecta obediencia, y un perfecto cumplimiento de su voluntad. Ahora que somos uno en Cristo, debemos también estarlo en su perfección. Gracias a su obra redentora, Cristo nos ofrece una vida que no esté dominada por la carne sino por el Espíritu de vida, que nos llena con un poder que antes no teníamos ni conocíamos. Ese poder, anula el castigo del pasado y nos asegura la fuerza para vivir vidas victoriosas en Él.
Tenemos que comprender que no estamos solos en esta batalla espiritual diaria, si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros. Él habita en nuestro corazón por fe desde el momento en que lo recibimos. Su gracia en nuestra vida nos da una nueva naturaleza y es nuestro deber andar en el Espíritu, dejándonos gobernar por su presencia y dejando a un lado los deseos de la carne.
La regeneración del Espíritu nos da una nueva vida divina, que en un principio no alcanzamos a comprender, pero en la medida que vamos creciendo espiritualmente lo podemos hacer. Entonces, podemos estar bajo la influencia del Espíritu o la influencia de nuestra carne y según quién predomine, así será la inclinación de nuestra vida y el carácter de nuestras acciones.
Ocuparse de la carne es muerte, porque nuestra mente está dominada por impulsos que no son de Dios, no se sujeta a la Palabra de Dios y tampoco puede agradarlo. En cambio, ocuparse del Espíritu es permitir que reinen la gracia y la justicia en nosotros, renovar nuestra mente centrados en el Espíritu y disfrutar de vida y paz.
Dejemos que el Espíritu Santo se mueva en nosotros, Que arda su fuego en nuestro interior, que haga en nosotros lo que Él quiera hacer y transforme nuestras vidas. Oración.
Señor Jesucristo, desde el momento en que puse mi confianza en ti, como mi Señor y mi Salvador, tu Espíritu vino a morar en mi corazón como lo prometiste. Gracias porque ahora puedo vivir mi vida espiritual con tu guía, tu ayuda y actuar bajo tu dirección. Sigue renovando mi mente para obedecer tu Palabra y agradarte en todo. Gracias a tu Santo Espíritu puedo servirte y hacer tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 7 de febrero de 2020

Debemos pedir creyendo

Debemos pedir creyendo
“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Mateo 21:21-22
En esta promesa, Jesús agrega un elemento importantísimo para la oración, debemos tener gran confianza en Dios y debemos pedir, creyendo. Nuestra fe debe ser tal, que cuando pedimos debemos tener la convicción de que será contestada. Sin embargo, no es la única condición para recibir respuesta. La Biblia establece varios elementos para una oración eficaz: Debemos orar en el nombre de Jesús, orar con el deseo de que se haga la voluntad de Dios antes que la nuestra y permanecer en su Palabra.
Si no entendemos bien esta promesa, podemos desanimarnos cuando no vemos la respuesta inmediata de Dios. Si la entendemos correctamente producirá poder en nosotros. ​Jesús promete que la oración nos da la capacidad para hacer grandes cosas, es la manera de recibir su poder para solucionar las situaciones adversas, es el canal para eliminar montañas de dificultades, por tanto, debemos orar, levantarnos y obrar, pero a veces hay que esperar y dejar actuar a Dios en las cosas que parecen imposibles y que sólo Él puede resolver.
La oración nos sirve para aceptar situaciones que no pueden ser cambiadas, como el ejemplo del apóstol Pablo, que le pidió al Señor ser sanado de una enfermedad en los ojos, un aguijón en la carne, pero Dios no lo libró de esa situación, sino que lo capacitó para aceptarlo, entendiendo que el poder de Dios se perfeccionaría en su debilidad. Su situación no solamente fue aceptada sino transformada en gloria.
El mismo Jesús en Getsemaní, oró intensamente en su agonía, por su inminente muerte en la cruz, pidiendo pasar esa copa, pero esa petición no podía ser concedida, oró hasta recibir la fortaleza para cumplir con la voluntad del Padre, su situación fue transformada y lo condujo directamente a la gloria de la resurrección.
Detrás de una petición siempre está la voluntad de Dios y el propósito por el cual nos permite pasar por situaciones difíciles, que generalmente nos llevan a fortalecer la fe, a crecer espiritualmente y a ver su gloria.
La oración nos da la capacidad para soportar lo insoportable, cosas que son inevitables, que son parte de la vida, como: la enfermedad, la muerte, las desilusiones, los fracasos, etc. La oración es un bálsamo de consuelo, fortaleza y paz, cuando llevamos nuestras cargas y descansamos en el amor y la misericordia de Dios. Oración.
Señor Jesucristo, me enseñaste a orar para tener un canal de comunicación contigo, y para presentar ante ti las situaciones de mi vida. Dame la confianza y la fe para entregarte mis cargas y descansar en tu presencia, teniendo la certeza de que oyes mi oración y estás presto a responderme. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 6 de febrero de 2020

Tiempos de refrigerio


Tiempos de refrigerio
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado, a quien dé cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”. Hechos 3:19-21
Después del Pentecostés, Pedro se dirige al pueblo judío y los insta a arrepentirse para que sus pecados puedan ser “borrados” y así Dios pueda mandar tiempos de refrigerio. ¿Qué quiso decir con esto?
Refrigerio significa cualquier tipo de refresco, descanso o la liberación de males. La Biblia está llena de estas promesas de descanso, gozo y alegría para nosotros, y vendrán tiempos de refrigerio para todos los que se arrepientan.
Seguir a Cristo a menudo nos lleva a dificultades, pero también hay descanso, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, porque nos da tranquilidad en nuestra mente y nos quita el peso que nos oprime. Como David, debemos confesarnos: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” Salmo 51: 1-2. Sólo el perdón trae paz y refrigerio. Dios está dispuesto a perdonar y a borrar la lista en nuestra contra.
Dios promete también tiempos de refrigerio en los días finales cuando Jesucristo regrese, para todos los que se conviertan y para su iglesia. Ese tiempo será un tiempo de restauración de todas las cosas. Cuando Jesucristo establezca su reino en la tierra, la paz, la seguridad, el bienestar y la alegría estarán disponibles para todos. La fuente de Dios se abrirá a todas las naciones, trayendo limpieza espiritual y la eliminación del pecado, que es el que ha traído los sufrimientos, penas y la decadencia de este mundo. Volverá la belleza que Dios quiso para la humanidad desde el principio.
Animémonos y no perdamos la esperanza, el Señor Jesús está con nosotros hasta el fin del mundo, nunca nos desamparará ni nos dejará. Oración.
Señor Jesús, tú te llamas a ti mismo “la fuente de agua viva”, tus aguas espirituales me limpian, me regeneran y me permiten disfrutar de una vida en el Espíritu que trae paz a mi corazón. Borra todas mis rebeliones por amor a tu nombre y renueva un espíritu recto dentro de mí para vivir tiempos de descanso y refrigerio en ti. Amén.

miércoles, 5 de febrero de 2020


Aprovechando bien el tiempo
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Efesios 5:15-16
todo cristiano es un mayordomo, puesto que todo lo que tenemos le pertenece a Dios: nuestro tiempo, talentos y posesiones. Él demanda una fiel administración en cada uno de estos aspectos. Nuestro tiempo es un recurso valioso pero muchas veces mal utilizado. El tiempo no se puede devolver, no se puede estirar, no se puede acumular y mucho menos recuperar, por eso el apóstol Pablo nos dice que lo aprovechemos bien.
Este es un llamado a ser sabios en su manejo, porque los días en general están expuestos al mal, se hace necesario entonces que no dejemos pasar las oportunidades favorables mientras duren, escogiendo y usando la oportunidad para hacer el bien. A veces desperdiciamos el tiempo en los chats, navegando en internet, hablando por teléfono o viendo mucha televisión y decimos que no nos alcanza, por eso hay que tener un equilibrio para poder cumplir con todo.
El mundo está sumido en oscuridad y no podemos ignorarlo, necesitamos sacar tiempo para llevar el mensaje del Señor, porque podemos iluminar la vida de los no creyentes. Este es un trabajo conjunto con el Espíritu Santo, no temamos ser luz y pidamos que nos ayude a usar bien cada momento que nos da para compartir la verdad de Dios.
El tiempo más valioso, es el tiempo que apartamos para estar en la presencia de Dios, es el tiempo quieto con Él, donde dejamos a un lado la rutina diaria para dedicarnos a la oración y a la meditación de su Palabra. Es el tiempo mejor invertido, porque podemos entregarle todas nuestras cargas, todo lo que vayamos a hacer durante el día para que nos ayude, nos dirija y nos fortalezca. Este tiempo siempre será atacado por el enemigo, que se interpone para que no recibamos la influencia de Dios e impactemos nuestro entorno. Ser un buen administrador del tiempo nos enseña a establecer prioridades, a agendar las cosas importantes y realizarlas en orden, como le agrada al Señor.
¿Qué estamos haciendo con las riquezas del tiempo que Dios nos ha dado? Siempre tendremos suficiente tiempo para hacer la voluntad de Dios. Oración.
Amado Señor, tu palabra dice que busque primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las cosas me serán añadidas. Me has dado la riqueza del tiempo para manejarlo con sabiduría y así cumplir los propósitos que colocas en mi vida. Perdóname por el tiempo desperdiciado, por las oportunidades que he dejado pasar para compartir de ti, por no sacar el espacio para ayudar a otros y por malgastar momentos en cosas que no edifican. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 4 de febrero de 2020

El perdón no tiene un límite computable


El perdón no tiene un límite computable
“El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”, Mateo 18:27-33
Entre las preguntas que Pedro y los demás discípulos le hicieron a Jesús, hay una que es bastante interesante y que puede ayudarnos a nosotros acerca del perdón: ¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano? Quizás este interrogante surgió de una regla rabínica que decía: “Nadie tiene derecho de pedir perdón a su prójimo más de tres veces.” Cuando Jesús les dijo que setenta veces siete, quedaron sorprendidos porque pensaron que perdonar hasta tres veces ya era demasiado generoso y este número es una manera de decir “sin límites”, lo que implica perdonar como Dios perdona.
Estamos llamados a cultivar un espíritu perdonador, esto nos permite estar en libertad sin deberle nada a nadie. Jesús lo ilustra con esta parábola recordándonos que siempre debemos perdonar a otros las ofensas porque Él ya nos perdonó y pagó un alto precio en la cruz. Es más, perdonar a otros sus ofensas es imprescindible para recibir el perdón de Dios. El perdón divino y el humano van de la mano. » Bienaventurados los misericordiosos -dijo Jesús -, porque ellos obtendrán misericordia” Mateo 5:7.
Cuando no perdonamos es porque no hemos comprendido que la gracia de Dios nos alcanzó y nos perdonó todos nuestros pecados. Las consecuencias de no perdonar nos esclavizan, nos atan a la amargura, no permiten sanar y restaurar heridas y mucho menos las relaciones.
El perdón a veces es un acto unilateral cuando una persona decide perdonar, sin importar la respuesta del otro. Jesús demostró ese perdón en la cruz. El poder del perdón se encuentra, cuando recordamos cuánto nos perdonó el Señor y la deuda que tenemos ante Dios.
Nada que otros puedan hacernos se puede comparar con lo que nosotros le hemos hecho a Dios, nada que nosotros tengamos que perdonar es comparable con lo que Dios nos ha perdonado. Nuestros pecados causaron su muerte en la cruz. Para ser tratados con misericordia debemos ser misericordiosos. Oración.
Señor Jesucristo, tú me has perdonado tanto que derramaste tu preciosa sangre por mí, ayúdame a perdonar a cualquier persona que ha cometido pecado contra mí, porque ya me perdonaste, libérame del enojo y del resentimiento, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 3 de febrero de 2020

Ordenando nuestras prioridades


Ordenando nuestras prioridades
“Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Más las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”, Mateo 25:6-10
Dios sólo nos da una tarea, que nos aseguremos que nuestras lámparas estén encendidas para la celebración, esto espiritualmente significa que debemos estar preparados manteniendo encendido el fuego del Espíritu Santo en nuestros corazones, para el día de su regreso. Las lámparas son una representación de nuestra vida y el aceite es la llenura del Espíritu y su fruto.
Mateo 5:14-16 nos dice que dejemos que las buenas acciones brillen a la vista de todos, para que alaben a nuestro Padre celestial. Somos responsables ante Dios de lo que decidimos hacer con nuestra vida y hay cosas que no podemos prestar a otras personas porque son intransferibles como nuestra salvación, nuestra fe y nuestras acciones hechas con amor y obediencia. Por eso, cada uno de nosotros debe responder por su relación con Dios, dar cuenta del tiempo que dedica para su preparación espiritual ya que ésta no puede comprarse ni prestarse a último minuto. Nuestra relación con Dios es propia.
Como en este relato, a veces pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer las cosas importantes y nos demoramos en hacerlas. ¿Cuántas veces no nos concentramos en lo que realmente vale la pena y perdemos oportunidades que ya no se repiten? Antes que sea tarde debemos decidir qué lugar le damos a Dios en nuestra vida. ¿Estamos listos para su segunda venida?, ¿estamos cuidando y respondiendo por nuestra familia?, ¿mostramos el amor de Dios, compartiendo el evangelio a esta generación?
Esforcémonos por vivir conforme a los principios de Dios, amándolo a Él y a nuestro prójimo, llenos de la plenitud del Espíritu y haciendo su voluntad en esta tierra. Ordenemos nuestras prioridades y estemos vigilantes anhelando el regreso de Cristo desempeñando fielmente nuestras responsabilidades. Oración.
Amado Señor Jesús ayúdame a ser prudente, a vivir una vida plena en el Espíritu, manteniendo encendido el fuego de tu presencia, viviendo en santidad y esperando tu regreso. Renueva mi vida, úngeme con aceite fresco, permíteme estar siempre en comunión contigo y cumpliendo con mis responsabilidades. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 2 de febrero de 2020

La unción divina. Parte 1


La unción divina. Parte 1
“Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes de que sea quitado de ti. Y él le respondió: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo”
Ser ungido por Dios no es sólo ser elegido, sino ser revestido del poder de Dios, para realizar la tarea a la cual Él lo ha llamado. La unción proviene de Dios y fluye en un corazón quebrantado y humilde delante del Señor.
Leemos en la Biblia, Eliseo siguió y sirvió a Elías hasta el fin, y antes de que Elías fuera arrebatado por el Señor para ir al cielo, le dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes de que sea quitado de ti. Y él le respondió: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido.
¿Ese afable anhelo de Eliseo esta en nuestro corazón?
La unción requiere humildad. Eliseo fue lo suficientemente humilde para aprender de su maestro y pedirle una doble porción de su unción. Eliseo siguió los pasos de su maestro.
La Biblia dice que Eliseo alzó el manto de Elías e inmediatamente fue al Jordán, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. Eliseo golpeó las aguas del Jordán de la misma manera que lo hizo Elías, y después resucitó un muerto utilizando el mismo método. El poder de Dios vino a reposar sobre la humildad de Eliseo para hacer el doble de milagros que había hecho Elías. Dios usa a unas personas más que a otras, porque son los suficientemente humildes para aprender de otros.
Dios no va ungir a nadie que no es capaz de agacharse, de doblegar la cerviz y recoger el mando que otro dejó tirado. El maestro Elías le enseño que el manto era para hacer milagros, no para jactarse del poder del mismo.
Hermano: ¿Quieres la unción de Dios sobre tu vida? Desarrolla en ti el carácter de Cristo. Y esa Unción nos capacita para llevar fruto, y fruto en abundancia. Oración.
Señor Jesús, examina mi corazón y consume todo rasgo de orgullo o prepotencia que pueda haber en mí, quiero aprender de ti que eres manso y humilde de corazón, quiero doblegar mi cerviz, para que tu santa unción repose sobre mi vida. Quiero doble porción de su Santo Espíritu. Te anhelo mi Señor. Amen. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 1 de febrero de 2020

El que busca constantemente a Dios está lleno de entusiasmo


El que busca constantemente a Dios está lleno de entusiasmo

“Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra. Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová”, 2 Crónicas 15:7-8
El pueblo de Judá gobernado por Asa, se había mantenido por largo tiempo sin enseñanza espiritual y esto los había llevado a la idolatría y a la infidelidad con Dios. El Señor levanta al profeta Azarías con un mensaje de ánimo y exhortación para que salieran de su estado. Al oír la profecía el rey Asa reaccionó y dice la Palabra que “cobró ánimo”, en otras palabras fue confortado y se convirtió en un reformador, quitando los ídolos que habían llevado a su pueblo a cultos cananeos llenos de inmoralidad y a la decadencia espiritual, reparó el altar del templo para volver a la verdadera adoración.
A veces nos podemos sentir como el pueblo de Judá, cansados de nuestra rutina diaria, cansados de nuestro trabajo en la obra del Señor. Ese cansancio viene cuando nos enfrentamos a pruebas y perdemos la motivación de buscar a Dios y su Palabra y empezamos a actuar en nuestra carne. El problema es cuando otras cosas empiezan a ocupar el lugar de Dios y se vuelven nuestros ídolos. A veces nuestro mismo trabajo en la obra del Señor puede robarnos nuestra comunión con Dios, lo que es ilógico, porque la obra del Señor debemos hacerla llenos y controlados por el poder del Espíritu Santo, de lo contrario, será sólo activismo, un trabajo más y los resultados no son los de Dios.
El Señor, de alguna manera interviene para que seamos reconfortados y recuperemos nuestra comunión con Él, usando su Palabra que nos levanta el ánimo y nos recuerda que hay recompensa para nuestra obra. Así como el apóstol Pablo insta a que estemos firmes y constantes en la obra del Señor, diciéndonos: “Sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano” 1 Corintios 15:58.
Nunca debemos permitir que lo más importante, nuestra relación y comunión con Dios sea reemplazada por otra cosa. El Señor dice en Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
El secreto de Rut fue refugiarse en la presencia de Dios, por eso todo lo que hizo tuvo recompensa. Rut 2:12 “Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte”.
Cuando rendimos totalmente nuestra vida a Dios y dependemos de Él, nuestra vida tendrá una motivación permanente al escuchar su Palabra y al hacer su voluntad. Oración.
Padre mío, permíteme refugiarme bajo la sombra de tus alas, escuchar tu Palabra para que me des el ánimo que necesito para continuar con mi ardua tarea en esta tierra. Déjame oír de tu misericordia y de tu amor, hazme saber el camino por donde debo andar y enséñame a hacer tu voluntad porque tú eres mi Dios, tu Santo Espíritu me guíe cada día. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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