La inmutabilidad de nuestro Dios
“Él es la Roca, cuya
obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin
ninguna iniquidad en él; Es justo y recto”. Deuteronomio 32:4
Moisés hace una declaración maravillosa de Dios diciendo que
es la Roca de Israel. Esto habla de estabilidad, permanencia e inmutabilidad
del Dios de amor y compasión, que es fiel y misericordioso con su pueblo a
pesar de sus infidelidades.
Esta es la naturaleza del Dios en el que creemos, en el cual
no hay mudanza, ni sombra de variación, porque es el mismo ayer, hoy y por los
siglos, (Santiago 1:17; Hebreos 13:8) en el cual, así como el pueblo de Israel,
encontraremos el refugio para vivir nuestra vida dentro de este mundo cambiante
que no nos brinda ninguna seguridad.
Además, dice que sus obras son perfectas y sus designios
justos. Dios es fiel y verdadero y en Él no hay maldad. Es justo y recto en su
manera de tratarnos en contraste con nosotros que no somos como Él, somos
variables, inconstantes y nos dejamos llevar por las circunstancias, por
nuestras emociones y pensamientos.
Pero la buena noticia es que Él no se rinde con nosotros, su
Palabra dice en Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó
en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. La
obra de Dios es perfecta, aunque a veces nuestro actuar no sea justo y recto,
cuando interrumpimos nuestra comunión con Dios y lo abandonamos por causa de
nuestro pecado. Su Santo Espíritu nos redarguye para llevarnos al
arrepentimiento y para que regresemos a Él.
Su obra de redención y salvación es perfecta, en ella
desplegó completa su perfección divina en todas sus partes. Todos los tratos de
Dios con nosotros están regulados por su sabiduría que no puede errar y por su
perfecta justicia.
Hoy anhela que volvamos a Él y nos invita a considerar su
obra a nuestro favor en la cruz del calvario y recordar que nos libró de las
tinieblas y nos trasladó a su reino de luz y gloria, para que ahora caminemos
en justicia y rectitud llevando su luz admirable a este mundo (1 Pedro 2:9).
Todo ese poder, fidelidad y amor divino fueron revelados en
Cristo y el evangelio, y forman el fundamento que no puede ser removido sobre
el cual podemos edificar nuestra vida espiritual. Él es la Roca de nuestra
salvación y hoy debemos alabarlo, como dice en Salmos 95:1-3 “Venid, aclamemos
alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. Porque
Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses”.
Recordemos que como la naturaleza de Dios no cambia,
encontraremos en Él el refugio para vivir confiados en este mundo variable e
inseguro. Por cuanto no cambia su carácter sus obras son perfectas y sus
designios son justos. Oración.
«Señor tú eres mi Roca de salvación, me has dado estabilidad
y firmeza en medio de este mundo inseguro y caótico, me has mostrado tu eterno
amor, tu naturaleza eterna e inmutable; eres el Dios de pactos que cumples tu
Palabra y que no se rinde conmigo a pesar de mi imperfección, porque sigues
perfeccionando tu obra en mí. Ayúdame a caminar en justicia y rectitud hasta tu
regreso, en el nombre de Jesús, Amén.
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