Gálatas 6:17-18
De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo
traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Hermanos, la gracia de nuestro
Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
Cada uno de nosotros tiene distintos recuerdos o experiencias
que les podemos llamar cicatrices que nuestras decisiones nos han dejado.
Buenas o malas. Cada una tuvo su consecuencia. Cada una dejó su marca. Pablo
nos está diciendo que su cuerpo tiene todas las marcas (cicatrices) de lo que
Dios ha hecho en su vida. Cada vez que veía una cicatriz en su cuerpo podía
recordar mientras fue azotado en prisión o cuando fue golpeado mientras
predicaba a Cristo. Le servían para recordar constantemente la dirección que su
vida debe tomar. Le ayudaban a no desviarse. Le motivaban a no desesperarse. Le
animaban a seguir amando y atravesar injusticias entendiendo que no
pertenecemos a este mundo.
¿Qué cicatrices tienes? ¿Qué has aprendido de lo que has
hecho?
La vida carnal y espiritual nos han dejado muchas cicatrices
que debemos aprender a recordar y poner atención con la intención de continuar
haciendo lo que trae bendición y edifica mientras que al mismo tiempo recordar
los errores que hemos cometido y las consecuencias que tuvimos que atravesar
por su causa. Pablo dice: déjenme tranquilo, ya he atravesado mucho y es tiempo
de descansar. Sus cicatrices incluían toda una vida. Desde su feroz persecución
a la iglesia de Cristo, su presencia mientras asesinaban a los seguidores, su
afán por destrozar cada célula que se organizaba en nombre de Jesús, así como
su encuentro con Cristo camino a Damasco. Su reconciliación. Su
arrepentimiento. Su entrega. Su conversión a servidor. Su encarcelamiento. Su
testimonio frente a gobernadores y emperadores. Finalmente llegó un día donde
el Señor lo llamó. Pero cada etapa dejó marcas en él y así dejan marcas en
nosotros. Reflexiona un poco en tu vida. Lo que hiciste hace años. Lo que haces
ahora. Hacia dónde te diriges con las decisiones que hoy estás tomando. No se
trata de sentirse mal por aquellos errores que hemos cometido. Al contrario,
Dios nos ofrece su perdón y reconciliación. Tampoco se trata de omitir lo que
ha pasado y solamente ver hacia el frente. Es un balance en el cual, puedes ser
honesto y sincero. Puedes reconocer que pudiste haber tomado mejores decisiones
o simplemente te das cuenta que hoy el Señor te ha rescatado de situaciones que
jamás imaginaste poder salir. Sea como sea, es muy importante meditar y
reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro. Insisto, el Señor perdona
a los que se han arrepentido. No sigas arrastrando tus errores del pasado.
Simplemente utilízalos para no caer en situaciones similares nuevamente. Ahora,
el versículo nos dice que Pablo tenía las marcas del Señor Jesús en su vida y
concluye deseando que la gracia del Señor sea con cada uno de nosotros. ¿Por
qué? Porque independientemente de lo que estemos viviendo, la gracia del Señor
es lo que debe guiarte para seguir día a día. La gracia que Cristo nos ofrece
es maravillosa y por ello Pablo concluye desando que nosotros, en lo
individual, podamos experimentarla. Te animo a que así sea en tu vida. Que la
gracia guíe tus decisiones. Que la gracia apacigüe tu ira. Que la gracia ponga
perdón en tu corazón. Que la gracia sustituya al odio y al rencor.
Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados. Sé que he tomado malas
decisiones y quiero reconciliarme contigo. Te pido que pueda aprender de mis
errores y pueda seguir tu camino con más fidelidad y entrega. Guíame.
Renuévame. Heme aquí para servirte. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén
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