Reúnase
con los cristianos de su comunidad, y si no hubiere una de las
iglesias de Cristo (Romanos 16.16) ahí, comience una en su casa o adonde mejor
convenga. Hay que saber que la iglesia no es el edificio, sino la gente
convertida. Lea Romanos 6.5; 1 Corintios 16.19; Colosenses 4.15; Filemón 1.2.
En su oportunidad, nos referiremos a estas Escrituras. Como cristiano, usted no
debe unirse a ninguna secta religiosa, pues muy pronto usted descubriría
doctrinas y mandamientos de hombres, los cuales impiden que se predique la
verdad de la Biblia
en toda su pureza. Si no hubiere una de las iglesias de Cristo en su ciudad,
establezca una convirtiendo a la gente del mismo modo que usted fue convertido.
Reúna algunas personas y estudie la
Biblia con ellas (Hechos 17.11). Juntos pueden llegar a las
mismas conclusiones a las cuales usted llegó. En tal caso, usted podría
bautizar a los que decidieron obedecer el evangelio de Jesucristo.
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