viernes, 29 de octubre de 2010
Un golpe mortal a los deseos pecaminosos
Un golpe mortal a los deseos pecaminosos
Amados hermanos míos, no erréis.
Santiago 1:16
¿En qué punto se enfrenta usted al pecado? No en el punto de la conducta, porque entonces es demasiado tarde, sino en el punto del deseo. La persona que puede dominar sus reacciones emocionales puede enfrentarse con el pecado. Cuando se le está bombardeando con reacciones emocionales negativas, una persona con una mente santificada puede desactivar los deseos antes que ellos sean activados por la voluntad. Pero una vez que dominan la voluntad, su nacimiento es inevitable.
Tiene que enfrentarse a las emociones lujuriosas si quiere enfrentarse con éxito al pecado en su vida. Si expone sus emociones al anzuelo, puede quedar atrapado a menos que tome medidas inmediatas. La prevención del deseo
Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
2 Corintios 10:4-5
Hay muchas cosas en nuestra corrompida sociedad que tratan de captar nuestra atención: el cine, la televisión, los libros, la música, la ropa, los anuncios, y ahora la Internet; todo está diseñado para captar las emociones. Por ejemplo, los expertos en publicidad saben que comprar es en definitiva una decisión emocional. Pocas personas conocen el funcionamiento mecánico del automóvil que se anuncia, y ni se interesan en eso; pero les impresiona si se parece a un auto de carrera, si hay una linda muchacha detrás del volante, o si hay otras carnadas emotivas incluidas en el anuncio.
Tenemos que cuidar nuestra mente, nuestras emociones y nuestra voluntad. Tenemos que buscar la voluntad de Dios meditando en su Palabra y permitiendo que su voluntad sea la nuestra. Una mente indefensa, no controlada y obstinada va a llenarse de malos deseos que resultarán en malas acciones. Debemos controlar cómo reaccionan nuestras emociones y nuestra mente ante el anzuelo tentador con el que se encuentran.
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