miércoles, 12 de octubre de 2022

Hablemos las palabras de Dios

 


Hablemos las palabras de Dios

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. Josué 1:7-9

“Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés”. Josué 1:16-17

Ser siervos de Dios es una bendición para cualquier creyente, pero lo que tenemos que entender es que esta bendición trae consigo una gran responsabilidad. En el pasaje de hoy vemos que Josué es elegido por Dios para sustituir a Moisés y para entrar al pueblo de Israel a la tierra prometida, como dice Josué 1:1-2 “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”.

Por eso, para Josué fue fundamental prestar atención a las palabras de Dios, tendría que leerlas, meditarlas día y noche y obedecerlas. Sabía que, llenar su mente con la verdad de Dios quitaría todo temor ante tan grande desafío y cambiaría sus pensamientos por libertad, victoria y paz. El Señor lo estaba llenando de seguridad y paz al prometerle su presencia continua, solo tenía que hablar las palabras de Dios con poder y autoridad, a tal punto que motivaría a su pueblo a seguirle, por eso le dijeron: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés”.

Para nosotros es también importante que aprendamos a hablar las palabras de Jesús. Las palabras de Jesús son las más poderosas pronunciadas en esta tierra, sus enseñanzas las más grandes de todos los tiempos, tanto que atraía a las masas para escucharlo, Lucas 21:37-38 dice: “Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos. Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo”.

Son palabras de vida eterna, por eso dijo: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21:33). Hoy sus palabras de amor y poder siguen transformando vidas, liberando y sanando personas.

Jesús también nos advierte que seremos perseguidos por causa del evangelio, y cuando esto suceda nos dará palabras llenas de sabiduría para que podamos defendernos (Lucas 21: 14-15).

Él también nos ha dado la promesa de su presencia, fueron sus últimas palabras antes de ascender al cielo después de su resurrección, palabras que deben quitarnos cualquier temor para enfrentar el desafío de la iglesia en estos tiempos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mateo 28:19-20)

Empoderémonos con las palabras de Jesús, para que otros lo sigan.  Oración.

«Señor Jesús, ayúdame a leer, meditar y obedecer tus palabras cada día, para poder transmitirlas con poder y autoridad a otros, siempre guiado por tu Santo Espíritu. Gracias por prometerme que estarás a mi lado hasta el fin del mundo, esto me llena de seguridad y paz. En el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 11 de octubre de 2022

Permanecer

 

Permanecer


“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Juan 15:7-8

Jesús, en su último mensaje a sus discípulos antes de ir a la cruz, menciona once veces la palabra “permanecer”, la cual viene del griego “méno” que significa quedarse, algo perdurable y duradero. En este contexto se recalca la relación íntima, vital y perdurable con Dios. También significa perseverar, persistir, retener, vivir.

Es una sencilla alegoría, donde el Señor enseña a sus discípulos cuáles son las demandas del discipulado y lo que es necesario que ellos hagan. Primero describe su relación con el Padre (Juan 15:1-4), que es primordial para que pueda haber una relación con ellos (Juan 15:5-8). Jesucristo es el camino para entrar en una relación con el Padre y el resultado de esa relación es que demos fruto.

Jesús siempre enfatizó la relación con el Padre, en Juan 14:10 dice: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”, y la relación entre el Espíritu Santo y los discípulos en Juan 14:17, dijo: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”, para que entendamos que debemos estar unidos a Él para poder llevar fruto. Nuestra relación personal con Dios es lo más indispensable para ser cristianos productivos, ya que separados de Él nada podemos hacer. Este “nada podéis hacer” se refiere a todo lo que tiene que ver con la extensión del reino de Dios y su glorificación.

Es claro que la rama no puede producir uvas si no está bien conectada a la vid; tampoco el creyente puede llevar fruto si no está vitalmente unido a Jesús. El fruto básicamente son todas las cualidades internas y espirituales del carácter cristiano, que harán que los discípulos ganen otras personas para el reino. El viñador sabe la necesidad de podar los gajos que solo se aprovechan de la savia pero que no rinden fruto; en contraste con los creyentes, es necesaria la poda de todas aquellas cosas que impiden que Cristo sea formado en nosotros y que no permiten que seamos testimonio, es la única manera de dejar de ser estériles; y aunque es un proceso doloroso, es necesario.

Las consecuencias de no permanecer en Él, es decir “separados del Señor”, son catastróficas, es como caer de la gracia, porque perdemos en primer lugar la intimidad con Dios, vivimos en carnalidad y en nuestros razonamientos, todo lo hacemos en nuestras fuerzas, no daremos fruto (que es el deseo del Señor) y nos perderemos de muchas bendiciones.  Oración.

«Amado Jesús, mi unión vital contigo y la llenura de tu Santo Espíritu, son lo que me asegura que seré un cristiano fructífero, que dé testimonio a otros de tu presencia. Quiero permanecer en ti y en tu palabra para que tu carácter sea formado en mí. Separado de ti no podré hacer nada bien. Gracias por el privilegio de tener una relación íntima, personal y continua contigo mi Señor Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 10 de octubre de 2022

Tres principios para vivir el reino de Dios. Parte 2

 


Tres principios para vivir el reino de Dios. Parte 2

 “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”. Mateo 13:20-22

“Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. Mateo 13:23

Continuando con el devocional del día de ayer, el segundo principio para vivir el reino de Dios en la tierra es profundizar (Mateo 13:20-22). Es necesario conocer y estudiar la palabra, ya que cuando no lo hacemos, nuestras raíces no son profundas y nos apartamos fácilmente de los caminos de Dios. Los afanes y el engaño de las riquezas que este mundo nos ofrece, ahogan la palabra y nos quedamos sin fruto.

Al no profundizar la raíz se seca. Así es con la palabra de Dios cuando es sembrada en nuestro corazón y la aceptamos en un principio con alegría, pero cuando aparecen problemas y aflicciones, siendo atacados o rechazados por causa del evangelio, este gozo es de corta duración, tropezamos y no queremos seguir adelante. En cambio, cuando entendemos su palabra y profundizamos en ella, sabremos entonces lo que implica seguir a Cristo y estaremos dispuestos a sufrir por el evangelio.

Lo que no crea raíces profundas se vuelve superficial, hay que correr el velo de nuestros ojos para ver la grandeza de Jesús. Esto solo lo podemos hacer cuando intencionalmente decidimos estudiar las Escrituras para conocerlo más, como dice Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.

El tercer principio es la madurez. Cuando profundizamos en el conocimiento de Dios, esto nos conducirá a la madurez espiritual. La madurez no viene por la edad, sino por conocerlo a Él y por asumir responsabilidades dentro de la vida cristiana. Una persona madura no se mueve por circunstancias, tiene prioridades claras y la primera prioridad es Dios (Mateo 6:33). Las dificultades son los momentos que Él nos presenta para que le conozcamos más; nuestra adoración no puede estar condicionada por nuestros problemas, sino por la dignidad de Dios, Él merece nuestra adoración.

Las crisis nos fortalecen, como cuando un árbol pasa por una tormenta y sus raíces se afirman. Necesitamos madurez para vivir en el reino de Dios; dice 1 Corintios 2:5 “para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Entre más conozcamos a Dios, más crecerá nuestra fe en Él y resistiremos cualquier aflicción que venga a nuestra vida. Cuando maduramos nos volvemos fructíferos, porque traemos los principios espirituales a la práctica, siendo luz e influenciando este mundo, extendiendo el reino de Dios en esta tierra. La semilla caerá en buena tierra dando fruto, cumpliendo así el propósito de Dios.   Oración

«Amado Dios, anhelo un cambio de corazón, una genuina entrega a mi Salvador; que ame tu palabra, la entienda, la profundice y me lleve a la madurez para ser ese terreno fructífero. Quiero que mis ojos y oídos estén abiertos y sensibles al mensaje del reino, para poder compartir a otros de la grandeza de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 9 de octubre de 2022

Tres principios para vivir el reino de Dios

 


Tres principios para vivir el reino de Dios. Parte 1

“Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino” Mateo 13:19.

“Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas” Proverbios 28:5.

Nuestra función como hijos de Dios es extender el reino de los cielos en esta tierra. Pero debemos tener claro tres principios para vivir ese reino primero en nosotros. Si las personas que nos rodean ven el reino en nuestra vida, les daremos esperanza y querrán conocer a Dios.

El primer principio es el entendimiento, para ello necesitamos preparación. En Mateo 13:19 dice: “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.

Es necesario sembrar la semilla en el corazón y entenderla, la falta de entendimiento es una oportunidad para que el enemigo robe lo que fue sembrado y terminamos viviendo bajo los parámetros del mundo. Dios quiere llevarnos a la productividad, sino entendemos su Palabra no podemos accionar como Dios quiere. Todos hemos recibido su Palabra en algún momento de nuestra vida, lo importante es qué hago con ella.

Desde el comienzo en su ministerio Jesús fue el sembrador de la semilla, dice Mateo 4:17: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. No entender lo que Él dice es como sembrar la semilla junto al camino, vienen los pájaros y se la llevan. Espiritualmente es el enemigo quien roba e interrumpe lo que Dios quiere hacer crecer en nosotros, por eso hay que buscar el entendimiento para fortalecer la fe, no quedarnos en la ignorancia espiritual. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” Romanos 10:17.

El consejo de Pedro es: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” 1 Pedro 1:13-14. Esto nos invita a crecer en el conocimiento y no seguir en la ignorancia que nos lleva a la destrucción espiritual, como dice Oseas 4:6 “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

Si necesitamos ser instruidos para poder entender la Palabra, El Señor ha constituido dentro de su iglesia maestros y pastores para esta tarea (Efesios 4:11-12), a fin de perfeccionarnos en su conocimiento, aprovechemos esta oportunidad que nos está dando.  Oración.

«Señor tú dices que los que te buscan entienden todas las cosas, dame hambre y sed por tu Palabra, alumbra mi mente para que entienda tus principios, tus mandatos y pueda aplicarlos a mi vida, ilumina mis ojos a la luz de tu verdad, para ser un ciudadano del reino de Dios en esta tierra, siendo testimonio para otros. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 8 de octubre de 2022

Espera y expectativa

 

Espera y expectativa


“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” Romanos 15:13.

“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” Juan 1:5.

Estas cuatro virtudes: esperanza, paz, alegría y amor llegaron al mundo por medio de Jesús en su primera venida a esta tierra. El mundo siempre ha estado sumido en la incertidumbre, en odio, en tristeza y confusión a pesar de que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se han manifestado desde el principio a esta humanidad. El problema no es de Dios, el problema es del ser humano que por causa del pecado vive en tinieblas. Por eso, Cristo tuvo que encarnarse y habitar entre nosotros para que entendiéramos que Él es la luz de los hombres, como dice Juan 1:9 “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Jesús vino a iluminarlo todo y a hacer este mundo mejor, pero lastimosamente, aunque quiere alumbrar a todo hombre, muchas personas no lo aceptan, no quieren conocerle.

Si esta humanidad tan solo comprendiera el alcance de lo que Jesús ha hecho por nosotros, entendería que tiene el poder para cambiarlo todo y tendría esperanza, que es lo primero que Cristo trajo a los corazones.

En hebreo la palabra “yakhal” significa “esperar por”, que se refleja en la historia de Noé durante el diluvio quien se mantuvo esperando, confiando en Dios y creyendo en la Palabra que le había dado. La otra palabra en el hebreo es “qavah” que significa cordón, y es como cuando tiramos con fuerza y se produce una tensión hasta que hay vibración, es el sentimiento de tensión y expectativa mientras esperas que algo suceda, como los agricultores que siembran y esperan la buena cosecha. Esperanza se trata entonces de espera y expectativa, pero cuando no confiamos en Dios viene la desesperanza que nos quita el gozo y la paz.

Isaías 8:17 nos dice que Dios mismo es nuestra esperanza “Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré”. Solo Dios puede darnos esperanza, es el que conoce el futuro, el que sabe qué es mejor para nosotros. ¿Pero qué hay de la alegría y la paz mientras esperamos?

Desafortunadamente es algo que las personas han ido perdiendo, porque se acostumbraron a la inmediatez, a tener todo a pedir de boca, en un mundo donde casi todo es instantáneo, hemos perdido la esperanza, ya no confiamos y si no hay fe en Dios, nos falta todo.

El consejo del salmista es esperar en Dios y en su tiempo, porque tiene abundante redención para darnos; pero no nos gusta la espera porque vivimos en nuestro tiempo cronos que es limitado y nos desesperamos. Salmos 130:5-7 dice: “Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él”.

Nunca buscaremos a Cristo mientras no confiemos en Él. Todo el plan de redención está adaptado para que nos reconciliemos unos con otros, y con nuestro bondadoso Dios, de modo que podamos alcanzar la esperanza permanente de la vida eterna por medio del poder santificador y consolador del Espíritu Santo. En nuestras fuerzas no lo lograremos, busquemos entonces al Espíritu Santo porque todo gozo y paz verdadera provienen de Él, es el único que puede llenarnos hasta quitar las dudas y temores.

Por tanto, la esperanza bíblica se basa en una persona, en Dios, es diferente al optimismo que se enfoca en las circunstancias y en elegir cómo terminar bien. En la esperanza bíblica muchas veces no hay evidencia de que las cosas mejoren, pero, incluso así, elegimos tener esperanza porque confiamos en nuestro Dios y en sus promesas que se cumplirán en su tiempo. La fidelidad de Dios en el pasado nos da la base para confiar en el futuro, porque Él nunca falla. Mantengámonos expectantes de lo que Dios hará.    Oración.

«Amado Dios, en ti está mi esperanza, sé que tengo un futuro lleno de bendiciones, porque en ti hay misericordia y abundante redención. Tengo claro que la vida, muerte y resurrección de Jesús abrió la puerta a la esperanza de gloria y por eso hay futuro cuando venciste a la muerte y me has dado vida eterna. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 7 de octubre de 2022

Dependencia día a día

 


Dependencia día a día

“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no”. Éxodo 16:4

“Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. Juan 6:33-35

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Salmos 23:5

Cuando el pueblo de Dios murmuró contra Moisés y Aarón, pidiendo pan y añorando la comida de Egipto, fue claramente una rebeldía contra Dios mismo; muy pronto olvidaron que Él siempre los había sustentado en su travesía por el desierto. En su infinita bondad y misericordia, nuevamente respondió a esa necesidad, prometiéndoles pan del cielo diariamente; serían saciados, saldrían a recoger el maná suficiente para cada persona cada día, sin embargo, en el sexto día les ordenó que recogieran una doble porción para que descansaran el día de reposo. Este pueblo una vez más vería la gloria de Dios por medio de la milagrosa provisión; esto implicaba una dependencia constante de Dios para su mantenimiento diario.

Así como el maná, no podremos sobrevivir espiritualmente sin una vida de intimidad con Dios, por eso, Jesús se revela así mismo como ese pan que necesitamos para saciar nuestra hambre espiritual (Juan 6:33-35). No podemos ser independientes de la guía del Espíritu Santo, sino que debemos andar en dependencia día a día. Jesús es el verdadero pan del cielo, quien con su palabra guarda nuestra mente y corazón, renueva nuestros pensamientos y actitudes para que haya un cambio en nuestro interior. Efesios 4:23-24 dice: “y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

No basta con cambiar nuestra apariencia, sino nuestra esencia, ya que seríamos como fariseos llenos de velos, que ocultan su verdadera naturaleza, por lo cual, tenemos que confrontarnos con el espejo de la palabra de Dios, para que nos muestre lo que realmente somos y así poder ser transformados a la imagen de Cristo. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

Jesús es nuestro maná, es la esencia que necesitamos, porque “en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2:9); y, aunque Jesús fue desfigurado en su apariencia, su esencia permaneció y con ella pudo ganar la batalla en la cruz, con su amor y su gracia nos dio la eternidad.

Solo debemos ir a Jesús y creer en Él y saciará cualquier hambre y sed espiritual que tengamos. Nos invita diariamente a compartir un banquete en su presencia, que es la fuente y la sustancia esencial para llenar nuestra alma. Es Él quien nos unge y hace rebosar nuestra copa con su plenitud. Jesús, como pan, da continuamente vida al mundo.   Oración.

«Una cosa solo deseo mi Señor Jesús y es estar en tu presencia cada día; no permitas que te deje sentado a la mesa cuando deseas compartir conmigo un banquete espiritual; eres el Pan de vida, has venido a darme vida abundante, sé que saciarás mi alma y harás grandes cosas en mí. Dame la fe suficiente para permanecer. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 6 de octubre de 2022

Siempre has sido fiel

 

Siempre has sido fiel


“Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza”. Salmos 71:3

“Más yo esperaré siempre, y te alabaré más y más. Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el día, aunque no sé su número. Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; haré memoria de tu justicia, de la tuya sola Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir”. Salmos 71:14-18

Este salmo destaca la fidelidad de Dios a través de toda la vida del salmista; es el testimonio de un hombre que ha vivido lo suficiente para reconocer que continuamente Dios ha sido fiel. Pero aún con ese énfasis, en una crisis quiere reconfirmar esa fidelidad, cuando quizá empieza a dudar y piensa que Dios le ha fallado. Muy a menudo nos sucede a nosotros, cuando estamos pasando por pruebas olvidamos cuán fiel, siempre, ha sido el Señor.

Pero al clamar a Dios en oración, la fe del salmista empieza a fortalecerse y reconoce que sólo Dios es su refugio seguro y su fuerza en los momentos de debilidad; es su Roca fuerte, su roca de refugio, su roca de habitación, ya que en su larga experiencia, en su relación con Dios, sabe que puede recurrir a Él continuamente.

Es algo que deberíamos aprender, recordando lo que Dios ha hecho con nosotros desde que lo conocimos y saber que siempre ha permanecido fiel, nos ha respaldado, nos ha liberado de situaciones difíciles, nos ha sustentado con la diestra de su poder, por eso merece nuestro reconocimiento y alabanza. Dice el Salmo 71:5-6 “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza”.

Este hombre hace una nueva declaración de fe y una nueva entrega al cuidado de Dios, cuando expresa que no quiere ser desamparado en su vejez (Salmo 71:18); afirmando que, el que camina con Dios siempre tendrá nuevas situaciones que requieren de entrega y de actos de confianza en su fidelidad.

Que este salmo nos ayude a crecer en seguridad y confianza en Dios; y también a encontrar maneras frescas y nuevas para dirigir nuestra alabanza a Él, “más yo esperaré siempre, y te alabaré más y más” (Salmo 71:14). Es una espera con expectación de lo que Dios es capaz de hacer, para después proclamar y contar sus poderosos actos y glorificar así su nombre delante de otros. Oración.

«Padre amado, si he de traer a memoria algo de mi pasado, que sea lo que tú has hecho en mi vida desde que te conocí, para poder alabarte y transmitir mi testimonio a las próximas generaciones, proclamando que eres grande y fiel, recordando que nunca me has fallado y decir como el salmista “Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir”. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 5 de octubre de 2022

Aliento de vida

 

Aliento de vida


“Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová”. Ezequiel 37:5-6

Esta visión en Ezequiel fue dada a los judíos desfallecientes que estaban en cautiverio, para animarlos espiritualmente, porque Dios los iba a restaurar de su dispersión tan prolongada, anunciando de esta manera que Israel renacería como nación.

Ningún poder creado puede dar vida y restaurar de la manera que dice el pasaje de Ezequiel, solo Dios puede hacerlo. Aquí se describe que la piel y la carne cubrieron los huesos secos y luego se le dio una orden al viento que soplara sobre esos cuerpos para que revivieran. El viento en la Biblia es figura del Espíritu Santo y representa el poder vivificante. Solo Dios puede hacer que nos levantemos, cuando pone su aliento de vida dentro de nosotros para que volvamos a vivir.

Es lo mismo que expresó el Señor Jesús a Nicodemo en Juan 3:8 “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Nuestro amado Salvador habla de la necesidad de un nuevo nacimiento y de una regeneración; nacer de nuevo es el comienzo de una vida espiritual (Juan 3:5-6).

Pero para nosotros, los creyentes, es una clara alusión a la resurrección de los muertos, porque al final de los tiempos Jesús regresará y por su poder abrirá nuestras tumbas para levantarnos con Él a su gloria eterna. Pablo lo dice de esta manera: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 tesalonicenses 4:16-17).

También representa el poder y la gracia de Dios en el momento de la conversión, donde pasamos de muerte a vida, cuando su Espíritu es puesto dentro de nosotros y nos guarda para salvación por su poder, por medio de la fe. Juan 5:24 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”.

Hermanos, si hoy nos sentimos secos, cansados y desesperados por las situaciones que parece que no cambian, es el momento de recordar que el Señor nos ha dado vida y vida en abundancia (Juan 10:10). Hoy te invito a que pasemos tiempo, pidiendo a Dios, poder respirar esa nueva vida y tomemos aliento por medio del Espíritu Santo, diciéndole que nos llene nuevamente.   Oración.

«Amado Padre, gracias por ser el dador de vida; hoy te pido que el poder vivificante de tu Santo Espíritu avive el fuego de mi corazón, para poder disfrutar la vida en plenitud a la que me has llamado, por medio de la obra de Jesús a través de su resurrección. Que tu aliento de vida me levante de mi condición de desesperanza y muerte, para caminar nuevamente en comunión contigo. Lléname una vez más de tu Santo Espíritu, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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