PARA ALCANZAR LA SABIDURÍA HAY QUE HACERSE IGNORANTE
“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree
sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la
sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El
prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los
pensamientos de los sabios, que son vanos”.
1 corintios 3:18-20
En primer lugar, el apóstol les
dice a los corintios que nadie se engañe creyéndose más sabio de lo que
realmente es. Algunos de ellos habían llegado a creer que lo sabían todo, como
los grandes maestros filósofos que existían en su tiempo; pero no era así ya
que toda esa sabiduría humana era hueca. Por tanto, el primer paso que se tiene
que dar para llegar a adquirir esta sabiduría era convirtiéndose en ignorante:
Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este
siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Lo que el apóstol quiere
decir es que uno tiene que abandonar cualquier concepto y aprendizaje de este
mundo que contradiga la enseñanza de Dios. Muchos no creen en el mensaje del
evangelio sencillamente porque no encaja en sus creencias o prejuicios, sin
embargo, hay que abandonar todo lo aprendido para abrir el corazón al santo
evangelio: Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios. Para
hacerse entender Pablo cita dos fuentes del Antiguo Testamento, la primera es Job:
“Que prende a los sabios en la astucia de ellos, y frustra los designios de los
perversos”, (Job 5:13), mostrando que es Dios quien prende a los sabios de este
mundo en su propia astucia para confundir su sabiduría aún más. Vuelve a
recalcar este principio bíblico citando un Salmo que afirma que los
pensamientos más sublimes de los hombres son solamente vanidad: “Jehová conoce
los pensamientos de los hombres, que son vanidad”, (Salmo 94:11).
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