Meditando en la palabra de Dios
Vamos a leer en Mateo 5: 48, “Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
Vemos que el discípulo no es más que su maestro, pero que ese
discípulo debe ser como su maestro. Estamos hablando de ser como Jesús como
hombre. Entonces, ¿qué significa ser perfecto? El pensamiento de perfección es
muy difícil que el hombre lo acepte. Antes que vayamos más lejos, no sólo
pensemos, sino que conozcamos que Dios les atribuye perfección a varios
hombres. Veamos esto: que a través de la Biblia Dios mismo lPara ver a la
Iglesia funcionando como tal, y a los cristianos actuando como Dios los ha llamado
a actuar, tú como ministro, voz, y anciano de Dios en esta Iglesia, tienes que
llevar esta verdad y edificarla dentro de su ser.
Vamos a leer en Mateo 5: 48, “Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
Vemos que el discípulo no es más que su maestro, pero que ese
discípulo debe ser como su maestro. Estamos hablando de ser como Jesús como
hombre. Entonces, ¿qué significa ser perfecto? El pensamiento de perfección es
muy difícil que el hombre lo acepte. Antes que vayamos más lejos, no sólo
pensemos, sino que conozcamos que Dios le atribuye perfección a varios hombres.
Veamos esto: que a través de la Biblia Dios mismo le atribuye perfección a
algunos hombres, sin importar lo que la gente religiosa te pueda decir.
Job fue un hombre perfecto de acuerdo con las Escrituras.
Satanás no pensó que él era perfecto. Los amigos de Job no pensaron que él era
perfecto (Job 8: 6-13). Job mismo no pensó que era perfecto (Job 42: 6). Pero
Dios dijo que Job era perfecto, en Job 1: 8. Ahora, para el beneficio de todos,
Dios nos dijo lo que era la perfección desde su punto de vista. Míralo, “Uno
que teme a Dios y huye de la maldad” (Parafraseando). Huir de la maldad
significa apartarse y evadir la maldad. Dios dice que ese hombre es perfecto.
El hombre con esta descripción, cuando encaja en la vista de Dios, esto lo hace
perfecto. La Biblia también dice, “Noé, varón justo, era perfecto en sus
generaciones…” (Génesis 6: 9). Ahora bien, cuando Moisés dio el mensaje de Dios
al pueblo de Israel, les dijo “Perfecto serás delante de Jehová tu Dios”
(Deuteronomio 18: 13).
David declaró, “Entenderé el camino de la perfección cuando
vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” (Salmos
101: 2). Todos estos personajes y muchos otros vivieron vidas de santidad, esto
es, perfección, en aquellos días antes de la ventaja del Nuevo Testamento.
Ahora bien, fue a la Iglesia del Nuevo Testamento a quien Dios le dio la
Escritura completa “Toda la Escritura es inspirada por Dios…a fin de que el
hombre de Dios sea (¿qué?) perfecto…” (2 Timoteo 3: 16-17). No fue sino hasta
nuestra dispensación que Cristo fue predicado: “A quien anunciamos, amonestando
a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar (¿qué?)
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1: 28).
Fue a la Iglesia del Nuevo Testamento a la que Cristo dio
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, ¿para qué?; “a fin de
perfeccionar a los santos…” (Efesios 4: 12). Fue a la Iglesia del Nuevo
Testamento que El dio el Espíritu Santo, nuestro Consolador, maestro y guía
(Juan 14: 16). Entonces, cuánto mucho más nosotros debemos ser perfeccionados
en comparación con los del Antiguo Testamento que nunca tuvieron estas
ventajas. Nosotros somos el templo del Dios viviente; como Dios dijo: “Habitaré
y andaré entre ellos…Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice
el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por
Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que,
amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, PERFECCIONANDO la santidad en el temor de Dios” (2
Corintios 6: 16-18, y 7: 1).
Estas promesas son para nosotros. ¡Podemos alcanzar la
santidad perfecta en el temor de Dios! Como Job, podemos temer a Dios y evadir
el mal, y ser perfectos a los ojos de Dios. Mira por un momento la
santificación completa. La Biblia enseña una vida de santidad, sin la cual nadie
verá a Dios. El Espíritu Santo da el poder al creyente para obedecer el
mandamiento “Sed santos, como yo soy santo” (1 Pedro 1: 16) Porque el Espíritu
Santo es la misma santidad de Dios en el creyente. El mismo nombre “Espíritu
Santo” implica lo que El es. Y en nosotros se convierte en la santidad de Dios.
La santificación completa es la voluntad de Dios para todos los creyentes, y
debe ser arduamente buscada, caminando en obediencia a la palabra de Dios.
Puedes verlo en Hebreos 12: 14, 1 Tesalonicenses 5: 23-24, y 1 Juan 2: 6, donde
nos muestran que ésta es la forma que debe ser. Llámalo como quieras,
perfección, santidad, santificación completa – No es sólo posible, sino que
además es el mandamiento de Dios para cada uno de nosotros. Como ministros de Dios,
no sólo somos predicadores de esta verdad, sino que debemos ser ejemplos de
esta verdad a quienes ministremos. Y esto lo hace El Espíritu Santo que mora en
nosotros. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese
propósito
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