LA URGENTE NECESIDAD DE AMAR A DIOS...
La clave para una vida cristiana productiva está centrada en
el amor a Dios y al prójimo; al respecto, nuestro Señor Jesucristo lo dejó
establecido claramente:
“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la
ley y los profetas”
Mateo 22:37-40
Más adelante, en la carta a los corintios, el apóstol Pablo
enfatiza la práctica del amor espontáneo al prójimo:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese
profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la
fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1 Corintios 13:1-7
El amor a Dios y al prójimo debe ser un acto espontáneo que
brota del corazón.
Por eso,
PARA AMAR A DIOS ES NECESARIO...
Estar convencidos de su realidad eterna y personal que existe
en sí misma. Es imposible amar a una “causa creadora impersonal”; hemos de
tener claro, que Dios no es un ser anónimo, ni difuso, ni fruto de la
imaginación humana.
Necesitamos creer EN Dios como nuestro Padre Eterno,
experimentar su amor y corresponderle con espontaneidad. Necesitamos creer en
un Dios real...
“Yo soy el que soy”
Ex 3:14
“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin,
el primero y el último”
Apocalipsis 22:13
“Al Dios y Padre Nuestro
sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”
Filipenses 4:20
PARA AMAR A DIOS ES NECESARIO...
Estar convencidos de que como Padre está interesado en
comunicarse continuamente con sus hijos, que se interesa en transmitirnos sus
enseñanzas y promesas... Convencidos
que reveló en la Biblia sus palabras infalibles y transformadoras... Convencidos que se hizo hombre en la
persona de Jesucristo para otorgarnos el perdón, la salvación y la vida eterna.
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las
palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre
que mora en mí, él hace las obras”
Juan 14:10
“Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra
manera, creedme por las mismas obras”
Juan 14:11
“Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para
dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”
Juan 18:37
“Estas palabras son fieles y verdaderas”
Apocalipsis 21:5
PARA AMAR A DIOS ES NECESARIO...
Tener un encuentro personal con él por medio de Jesucristo;
no se trata de una experiencia como resultado de un esfuerzo racional o lógico,
sino de una experiencia espiritual. Necesitamos que su Espíritu invada y sature
por completo nuestros pensamientos y emociones.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese
la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”
2 Corintios 4:6
“No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos
del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en
toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”
Colosenses 1:9-10
“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor,
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el
misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los
tesoros de la sabiduría y del conocimiento”
Colosenses 2:2-3
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AL AMAR A DIOS...
Al amar a Dios establecemos prioridades espirituales sobre
las terrenales; nuestra escala de valores cambia radicalmente con el único y
firme propósito de vivir para él, de obedecerle con radicalidad y
espontaneidad.
Al amar a Dios experimentamos un dolor intenso por la
condición de pecado en la que el mundo se encuentra; brota desde lo más
profundo de nuestro interior una compasión profunda por las necesidades del
prójimo.
Al amar a Dios nos sentimos impulsados a difundir su palabra
hacia todos los rincones del mundo; buscamos todos los medios posibles a
nuestro alcance para hacerlo.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la
tierra, para que os dé, conforme a las
riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por
su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de
que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para
que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
Efesios 3:14-19
Eterno Dios,
Eterno Padre,
¡Queremos amarte!
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